La Plaza de las Ciencias, tenía el orgullo de contar con bustos de personajes tan ilustres y famosos, como por ejemplo, Albert Einstein, Nicolás Copérnico, Giordano Bruno y Galileo Galilei. No menos importante era también "El monumento a la Madre", al sur de la ceiba centenaria, que según decían algunos habitantes era la exacta personificación de la niña Tona, personaje color terroso, icono de la sangre indígena de la localidad. Cuando las autoridades municipales decidieron hacer de la vieja plaza, una plaza que "estuviera a la altura" de la ciudad, tomaron por asalto las barandas carcomidas por el óxido. Del poco césped que había en los linderos de las barandas quedó la tierra desnuda y algunos árboles pasaron a peor vida. Todo era un caos, desolación y tristeza para las aves que anidaban en las ramas de los gigantes coníferos.
Los cinco personajes fueron arrancados de raíz, como árboles molestos e inservibles, que se pasaban la vida holgazaneando; entonces era mejor acabar con ellos y mandarlos directo a su jubilación. Durante mucho tiempo desconocí el paradero de esos cinco personajes. Y ahora aún desconozco donde se encuentran Nicolás, Giordano Bruno y Galileo, porque a Einstein y a la Madre los fui a encontrar destrozados y en completo abandono por los que una vez, con gran pompa erigieron a personajes tan ilustres, cúspide de las ciencias y de la maternidad. Los encontré atrás de "El Portalito", derruidos y con ganas de hablarme. ¡Caramba, cómo duele la incultura de la gente que a manos llenas padece de glotonería verbal, hablando maravillas de cosas tan elementales que en el fondo, desconoce!
Los cinco personajes fueron arrancados de raíz, como árboles molestos e inservibles, que se pasaban la vida holgazaneando; entonces era mejor acabar con ellos y mandarlos directo a su jubilación. Durante mucho tiempo desconocí el paradero de esos cinco personajes. Y ahora aún desconozco donde se encuentran Nicolás, Giordano Bruno y Galileo, porque a Einstein y a la Madre los fui a encontrar destrozados y en completo abandono por los que una vez, con gran pompa erigieron a personajes tan ilustres, cúspide de las ciencias y de la maternidad. Los encontré atrás de "El Portalito", derruidos y con ganas de hablarme. ¡Caramba, cómo duele la incultura de la gente que a manos llenas padece de glotonería verbal, hablando maravillas de cosas tan elementales que en el fondo, desconoce!
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