Anoche tendría que haber ensayo, del grupo que representaría el Vía Crucis y de los lectores, pero la irresponsabilidad reinó más que las ganas de actuar y de leer las Estaciones. A los primeros creo, la abulia, con buena dosis, les ganó la partida histriónica, y a los segundos, ya la irresponsabilidad de ser adultos les favoreció el pretexto: "Yo no necesito ensayar". Y en teoría y en la práctica tendrían razón si cada uno de ellos leyera, por lo menos, a diario la página de un buen libro. ¿Quiénes llegamos? Jesús, un puñado de la chusma y tres lectores. ¿Quiénes faltaron? Los soldados romanos, el complemento de la chusma, doce lectores y Argentina? Ésta última ya se había excusado la noche del primer ensayo de lectores, y dijo que en su lugar estaría otra persona, que no mencionó quién era ni nunca supe quién fue. Por estas y otra razones le expuse a la niña Rina que, en lo particular no era un adepto (o adicto) de congregarme con los grupos de la parroquia, porque odiaba la irresponsabilidad, y que ya reunidos se hablara de otros puntos no contenidos en la agenda, dilatando las reuniones.
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