Lo que mueve a preguntarse y a cuestionar a Dios es ante todo el sufrimiento humano, y eso apunta a una pregunta fundamental: si el sufrimiento del otro nos hace sufrir. En otras palabras, el motor que pone en marcha el proceso de la teodicea puede ser el resentimiento con Dios, pero, para nosotros, es el amor.
Terremoto, terrorismo, barbarie y utopía, UCA Editores, primera edición, 2003
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