martes, 11 de marzo de 2008

Vía Crucis de carne y hueso

Viviendo el Vía Crucis, de G. Garibay


Hace ya más de catorce años que me había cuestionado sobre el por qué en Antiguo Cuzcatlán no se celebraba en vivo la Semana Santa. Y más bien la respuesta encontrada fue que la curia que administra la parroquia es muy fría y de poco alcance a la hora de hacer una exégesis de las Sagradas Escrituras.
No me atreví a hacer esta sugerencia al regente parroquial, porque no soy un apóstol del cristianismo y pensé que mi opinión poco eco tendría. Así que decidí que las cosas pasaran, desde el P. Patricio Martinozzi hasta el P. Denis, un estadounidense realmente frío como el agua de barril aserenada. Luego de la muerte del primero la parroquia quedó huérfana de sacerdote y creo que, mientras el arzobispo nombrara párroco siempre se hicieron cargo la congregación de Sam Jerónimo Emiliani; pero luego nombraron al segundo y la cosa estuvo mucho peor, porque era descortés, cortante y de un temperamento espiritual seco y una personalidad bastante frívola, que hasta se le acusaba en secreto de tener un hijo en San Martín. Mucha gente, al estar él se le corrió, como si la parroquia misma estuviese endemoniada.
Nombrado el P. Narciso Bordignon, la situación no cambió mucho, quizás porque quería darse tiempo de conocer a la grey, y ya conocida lanzarse a una empresa mayor. La alocuciones siempre han sido secas en su interpretacion del sagrado texto; lo que ha cambiado es su didáctica de enseñar a la feligresía a cómo interpretar los textos bíblicos desde lo cotidiano, que eso ya es un logro mayor para que la Iglesia cale en la mente de los congregantes.
Dije que dejé que las cosas pasaran, y realmente así fue. Esta vez fue el Padre Borignon el que dijo que esta Semana Santa sería con personajes de carne y hueso, y ese sería otro punto a su favor para que la gente vea y sienta que en la parroquia hay alguien que se preocupa por sus parroquianos: ¡Hurras para el P. Narciso! Así las cosas, esta Semana Santa, en Antiguo Cuzcatlán será diferente: ya veremos a un Jesús cargando la cruz o a un Pedro negándolo tres veces o a una María llorando por tanto dolor en su corazón.

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