martes, 18 de marzo de 2008

El vampiro de Naltaczuc

Castillo de Peñafiel. Fotografía: José Mtg


En el reino de Naltaczuc todo el mundo es esclavo de sus reyes. Cientos, miles trabajan en el castillo y todo el que entra o la que entra al servicio de los monarcas se vuelve un o una idiota: no pueden pensar, porque lo dicho por ellos es la palabra del Dios Vivo y si la plebe piensa u opina lo contrario, eso ya es herejía y una maldición que merece las llamas de la Santa Inquisición.
No, no, nadie está apto para pensar, sólo para rendirles pleitesía y para aplaudirles sus groserías, sus malos chistes y la intromisión a sus vidas privadas.
El rey es un vampiro que exprime, a golpe de fusta, la fuerza laboral de sus lacayos. Los baldonea, los escupe, los putea, los golpea hasta en lo más íntimo con su maldita boca, y ellos como si estuvieran frente a Cristo, murmuran "Amén, amén, señor Rey".
No respeta santos ni señas de sirvientas con bendicioón curial y las toma como trapos públicos hasta hacerlas parir. Su harén está asegurado, pues con sus fondos empareja barrancos, porque una cara bonita no la tiene, más parecería un batracio con quevedos.
Con sus "amiguitos" ha formado un club. Por la noche se divierten con sus juegos de azar. Dilapida el erario, se desvela como ave nocturna sabiendo que el día siguiente será de represión, prepotencia, improperios y el sometimiento de sus sirvientes a extenuantes jornadas de trabajo extendidas para recuperar los florines por él gastados.



18/03/2008, 9:00 a. m.

1 comentario:

Unknown dijo...

Aunque hay muchos iguales, ya lo identifiqué. Muy inteligente "camuflaje".