viernes, 30 de abril de 2010

La confesión de Judas

Detalle de La última cena
Leonardo da Vinci
Salvador Cárcamo Rogel me invita a hacer una entrada en mi blog acerca del concepto "evangelización", para luego definirlo. Lo induce a tirarme este dardo, porque leyó el comentario que Mario Cardoza hiciera en la entrada Recuento de "Arbitrariedades" y que dice: "Aprovecho para felicitar a los chicos por el amor con el que lo hacen, únicamente movidos por el mismo deseo de evangelización".
Chamba "Pita", me lo dice con la intención de que yo reflexione y lo suba a Dudas y aciertos de un orate, porque él no está de acuerdo de cómo Mario ha podido llamarle evangelización a un Vía Crucis Viviente, cuyos yerros fueron muy evidentes. Yo le digo que sí, que eso es parte de una evangelización, de una nueva pedagogía (al menos aquí en Antiguo Cuzcatlán) de la Iglesia Católica, cuyo fin es integrar a más adeptos en sus filas. Lo que pasa, es que la Iglesia Romana hace su labor con mucha mesura a la hora de querer atraer a más ovejas a su redil. Aún así, Chamba no quedó del todo convencido.
Yo creo que mucha gente ajena al catolicismo vio esa representación con ojos de piedad y quizá, hasta muchos, hubiesen querido sumarse a la procesión, pero su postura es tan férrea, que nos les permite adentrarse y experimentar emociones nuevas, para saber si esta religión les ofrece puntos de vista novedosos y ricos en la exégesis de las Sagradas Escrituras.

* * *
Hace algunos días le pregunté a Juan Gabriel si no se sentía incómodo dentro de una iglesia católica y con el agravante de escuchar una misa. La pregunta vino a colación porque él es un cristiano evangélico y su novia, cristiana católica. Me respondió que en las primeras dos ocasiones sí, porque él no está acostumbrado a ver tanto santo de bulto o cuadros de vírgenes en las paredes, y eso, realmente, lo desconcentraba a la hora de querer poner atención en la Palabra que explicaba el sacerdote.
-- ¿Sabe qué, Julito? Yo no estoy de acuerdo con la confesión, porque en la Biblia no menciona que debo confesarme y mucho menos, con un hombre, en cuanto que yo puedo hacerlo en silencio, teniendo a Dios por testigo.
En ese momento me quedé pensando que Juan, a lo mejor tenía razón y que quizá, los católicos no tendríamos por qué hacerlo.
-- Te recuerdas del pasaje bíblico de La última cena.-- Sí.
-- Entonces tomarás en cuenta que, cuando Jesús dijo: En verdad les digo: uno de ustedes me va a traicionar. Y cada uno, preocupado, le preguntó: ¿Seré yo, Señor? Llegando el turno de Judas, le interrogó: ¿Seré yo acaso, Maestro? El Maestro le respondió: Tú lo has dicho. Luego Jesús, dicen las Escrituras, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo compartió con todos ellos, diciendo: Tomen y coman: esto es mi cuerpo. Y después de este acto tomó la copa y les dijo: Beban de ella: esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que es derramada por muchos, para el perdón de sus pecados.Esto más me suena a confesión, que a una interrogante de Judas. Más bien creo que en ese momento, Judas le dijo a Jesús: "Tú bien sabes, Maestro, que el papel de gánster me ha caído como balde de agua fría; el libreto del Padre me ha señalado a mí como el malo de esta obra que no va conmigo. Para mí esta infame actuación, es una camisa de fuerza que, obligadamente debo hacerla bien, creíble, que no quede ningún resquicio, ninguna duda de mi maldad, para que, el día de mañana, de esta terrible actuación, no vaya a decirse que era una confabulación entre el Padre; tú, Maestro y yo. Yo seré el que te entregue, y me duele mucho el alma hacerlo, pero una misión se hace bien o no se hace. No, no me miren así compañeros, porque con la voluntad del Padre no se juega". Y diciendo esto último se echó a llorar en los brazos de su Maestro.
Así me figuro que fue el ágape, que fue para Jesús su última cena.
-- Viéndolo así, tiene lógica que existe la confesión desde los primeros años del cristianismo y tiene validez lo que hasta el momento hace la Iglesia Católica.

* * *
Luego me quedo pensando, que quizá, en ese momento, el término confesión aún no hubiese sido acuñado o que la confesión, como tal, no existía. Quizá ni siquiera se llamara así, pero a la luz de lo que desde hace muchos años y hasta ahora practica la Iglesia, me vino a la mente el pasaje de La última cena, que es donde realmente se tomó el pan (la hostia, el Cuerpo de Cristo) y el vino (la sangre de Jesús, llevándolo con antelación a su propio sacrificio) ...Pero de esto, nada le digo a Juan.

viernes, 23 de abril de 2010

El sermón de la fe

Catedral de Colonia.
Fotografía:Manuel Vicente
I

Después de la penitencia sintióse un hombre renovado, manumiso de culpas, como si todos los pecados del Orbe representados por él, hubiesen sido absueltos íntegramente por el Creador. El deleite mientras arrodillado estaba fue su expiación, su gozo, su pasión, llegando a la purificación a través del dolor. Porque el misterio de vida es el sufrir, pensó, recordando a Óscar Wilde. Evocó cómo con fruición había desgranado el rosario de sus oraciones: el yo pecador, el avemaría, el padrenuestro, etc. Una leve sonrisa en su rostro fue el signo inequívoco del indecible regocijo que experimentó. Sentía en su alma la liviandad de una pluma que el viento lleva lejos, muy lejos o que la suave brisa empuja muellemente sobre la superficie del apacible estanque. Era tiempo de Cuaresma y nada mejor que esta época para la penitencia, abstención y ayuno como un gesto de inmolación ofrecido al Señor. "Hasta los hemípteros, con su endecha, le ofrecen a Iesu Christi su oblación", pensó.


II

Completas. Vistióse adecuadamente con premura para oficiar la Santa Misa: la sotana y encima el sobrepelliz.
Un hermano subió atropellándose la escalinata para ascender al campanario y tañer las campanas. El duro bronce gritó desaforadamente que, su voz irreflexiva oyóse en los contornos de la abadía.
Los feligreses acudieron al sermón con su parsimonia acostumbrada: las ancianas (con olor a encierro) arrastraron sus pasos por todo el camino y los ancianos venerables, continuaron pisando la ruta que las longevas habían andado antes.
El Santo Evangelio fue transparente. Los apóstoles, quizás en momentos de tribulación e incredulidad le habían dicho al Señor: Auméntanos la fe. Él, reprendiéndolos con una voz que más bien era el néctar (y el olor profuso) del fruto de la vid que amonestación, les respondió: Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a ése árbol frondoso: Arráncate de raíz y plántate en el mar, y éste les obedecería.
Al concluir la lectura del Evangelio, el Abad sembró su mirada inquisidora en el desierto feligrés y de los hermanos de la Orden. El oteo fue acompañado de palabras llenas de reflexión: ¡Ven cómo el Señor nos incita al cultivo de la fe en nuestras vidas!
Hizo una pausa prolongada. Sus palabras ya habían abandonado la resonancia producida en el interior de la abadía, cuando se dispuso a pronunciar el comentario siguiente: No existe mayor virtud que la fe ignicente en la hoguera de nuestro corazón. Es a través de ella que logramos el restablecimiento de la salud; asimismo, cuando abandonamos la frágil materia humana y el alma asciende a la región celeste, es por la fe que nos franqueamos de ir directamente a las puertas del Averno.
Un acceso de tos lo obligó al descanso en su alocución repentizada. El carraspeo (también improvisado) se escuchó hasta el último rincón de la abadía, dilatándose con el eco. Ulteriormente, el Abad, echó una mirada a todos los creyentes y pudo ver (dibujado en sus rostros) una contrición que más tarde los llevaría a pedir perdón. La escena era patética. Se dispuso a sacar ventaja de la coyuntura que, por una parte el sacro texto le había ofrecido y por la otra, la exégesis de la Sagrada Escritura que él expuso sin tapujos produjo en los concurrentes un gran pesar. Continuó: La fe es poderosísima: Puede destruir la Torre de Babel en un santiamén si esa fuese su voluntad, puede mover montañas si le place, incluso, doblegar las rodillas de los hombres en el polvo y hacerlos confesar sus pecados, golpeándose en el pecho. Así pues, seamos tierras feraces y no desiertos donde ni siquiera germinan las rocas.
Así de escueta había sido la prédica vespertina-nocturna, sin más ni menos frases que lo compelieran nuevamente a toser.
Luego de toda la parafernalia eclesiástica, invitó a los presentes a tomar el cuerpo y la sangre de Cristo.
La Santa Misa concluyó con las palabras: Podemos ir en la paz del Señor.
Enseguida se marchó la caterva y la abadía quedó en completo abandono. El Abad presionó el interruptor de las luces artificiales y luego, con los dedos pulgar e índice asió el pabilo de los cirios. La nave, huérfana de luz, cayó atrapada en la oscuridad y en el silencio. El fuerte batir de las alas de un murciélago le pasó soplando la testa y las mejillas al Abad. Bastante molesto, dibujando una cruz en el aire, exclamó furibundo: ¡Animal de Lucifer: jamás te ha asistido el derecho de entrar en la Casa de Dios! ¡Vete, vete, en el nombre de Cristo, animal nefando! Tu presencia me repugna hasta los tuétanos y para Dios, constituye un acto herético que merece la pira.
El animal todavía se quedó haciendo unas piruetas en el aire, como burlándose y buscando confrontación personal e irritación en el Abad. Después, el ratón volador atravesó la nave como un rayo de carbón, encontrando la salida en una ventana abierta de la abadía. El Abad se quedó rezando improperios, y el mamífero no volvió a molestar la vida muerta de los santos y mucho menos la de aquél que lo injurió.



Publicado en el Suplemento Cultural Astrolabio de Diario El Mundo, el sábado 30 de agosto de 1997, página 14.


lunes, 19 de abril de 2010

Un Roque para la lectura*

Fiat.
Fotografía: Gustavo A. Rodríguez Nava

Nace Roque Dalton en San Salvador, el 14 de mayo de 1935, siendo su madre la enfermera María García Medrano y su padre, el estadounidense Winall Dalton.
Sus primeros pasos educativos los da en el Colegio Santa Teresita del Niño Jesús y en el Colegio Bautista. Es en 1946 que forma parte de la familia del Colegio Externado de San José, y se graduó de bachiller con honores en 1952, situación que le permitió ganarse una beca para estudiar en Chile.
En 1953 parte para Suramérica a estudiar Derecho en la Universidad Católica de Chile. Su estadía en Chile es corta, y en 1954 retorna al país e ingresa a la Universidad de El Salvador.
A principios de mayo, en una reunión que tuvo lugar en la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales, que se ubicaba en el lado poniente de Catedral Metropolitana, asistió Roque. Jorge Arias Gómez, uno de los convocantes lo recuerda así: “Pues bien, aquel muchacho delgado, de estatura salvadoreño promedio (1.67 mts.), con saco de fina pana color camello, pantalón café y corbata hacían juego armonioso en el conjunto, al dar su nombre, con voz suave, dijo: Soy Roque Dalton, estudio derecho y he cursado igual carrera en la Universidad de Chile1.
De esa primera reunión nació “Acción Estudiantil Universitaria” (AEU), y prontamente la UAE obtuvo éxitos en las elecciones del Alma Máter, recuperando el terreno perdido. Roque fue conocido por ser el portador de la declaración de principios y programas de la UAE. Integra la plana de redacción del semanario Opinión Estudiantil, cuya fundación data desde 1918.
Es el 25 de febrero de 1955 que contrae nupcias con Aída Cañas, y producto de este matrimonio, nacen Roque Antonio, Juan José y Jorge Vladimir.
“Visita después Checoslovaquia y algunos países de Europa occidental: España, Portugal, Italia y Austria, antes del regreso a América. Refiere Arias Gómez que Roque ingresa al Partido Comunista Salvadoreño hacia 1958 ó 1959”2.
Integra el grupo literario de La Generación Comprometida y junto con el poeta guatemalteco Otto René Castillo, Manlio Argueta, Roberto Armijo y Alfonso Quijada Urías, fundan el “Circulo Literario Universitario” (CLU).
Antes de graduarse en 1961, el gobierno militar lo exilia. Parte hacia México, donde publica La ventana en el rostro, que contiene “las características de su quehacer poético: su lenguaje de ruptura, la voluntad conceptual, sus estructuras innovadoras”3.
La monografía El Salvador fue publicada en Cuba en el año de 1963, así como su ensayo sobre César Vallejo.
Regresa a El Salvador y en 1964 es capturado y encarcelado en el penal de Cojutepeque, del cual escapa, gracias a un fuerte temblor que colapsa las débiles paredes de su celda. Esto según sus palabras, que escribió en su novela Pobrecito Poeta que era yo. Hay otra versión y es que, según el poeta Javier Alas, en Roque Dalton: el turno del poeta: “…el poeta salvadoreño Pedro Geoffroy Rivas, muy influyente por entonces, habría mediado su liberación, custodiándolo hasta la frontera”.
Los testimonios, libro de poesía y una monografía sobre México, también datan de esta fecha.
El año de 1967 concluye la escritura de Los pequeños infiernos. Rompe con el Partido Comunista Salvadoreño y se organiza en el Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP.
En 1969 gana el Premio Casa de las Américas con su poemario Taberna y otros lugares. Su trabajo fue escogido de “entre doscientos veintiún cuadernos”4 y el jurado “estuvo integrado por José Agustín Goytisolo, Antonio Cisneros, René Depestre, Efraín Huerta y Roberto Fernández Retamar”5.
Ese mismo año la Revista Casa de las Américas le publica Oda a Lenín, que más tarde formaría parte del corpus de Un libro rojo para Lenín. La Oda a Lenín es “escrita con ocasión del primer centenario de nacimiento del gran líder comunista”6.
En Costa Rica, en 1972, publica Miguel Mármol.
Fue en el año de 1973, cuando Roque retorna, de manera clandestina, a El Salvador.
El 10 de mayo de 1975, es para no olvidar. A Roque, sus mismos “compañeros”, le hacen un juicio sumario en el cual lo acusan de crear insubordinación dentro del grupo y de ser agente de la inteligencia de Estados Unidos. Esto último en razón de su fuga de la cárcel de Cojutepeque.
“La actitud de Roque en las partes que pude darme cuenta fue de estar constantemente señalando de que eso era un error, que debía ser investigado más. La actitud durante la ejecución fue de oponerse a ella en el sentido de señalar de que no, que eso iba a ser un gravísimo error, que era una injusticia”7.
El “tribunal de sentencia” lo constituyeron Alejandro Rivas Mira, Jorge Meléndez, Vladimir Rogel, Alberto Sandoval, Joaquín Villalobos y otro dirigente de seudónimo Mateo.
Roque Dalton fue ejecutado, junto a Pancho, el primer explosivista de las ERP y dejados en una zona del Playón, en Quezaltepeque, sin que a sus cuerpos se les diera digna sepultura ni de que sus responsables, hasta la fecha, hayan entregado el cadáver del poeta.

1. Jorge Arias Gómez, En memoria de Roque Dalton, Págs. 7 y 8, primera edición, julio de 1999, Editorial Memoria, San Salvador.
2. Javier Alas, Roque Dalton: el turno del poeta, pág. 18, primera edición, noviembre de 1999, Editorial Delgado, Antiguo Cuscatlán.
3. De la nota editorial de La ventana en el rostro, de Roque Dalton, pág. 7 y publicada por CONCULTURA en 1996.
4. y 5. Javier Alas, Roque Dalton: el turno del poeta, pág. 20,...
6. Jorge Arias Gómez, En memoria de Roque Dalton, pág. 18,...
7. Juan José Dalton, Muerte de Roque Dalton fue una injusticia. Entrevista a Joaquín Villalobos, tercera entrega, publicada en Diario Latino, pág. 20, el lunes 24 de mayo de 1993. La entrevista consta de cuatro partes, publicadas así: 20, 22, 24 y 25 de mayo de 1993.

* Escrito leído el día 19 de abril de 2010, en el Centro Escolar "Walter Thilo Deininger" de Antiguo Cuscatlán y durante la inauguración de la Semana de la Lectura.

viernes, 16 de abril de 2010

Semana de la lectura

Lecturas intemporales.
Fotografía: Arturo Carrasco Ruiz

Tendré que preparar una mini conferencia (aunque quizás sea demasiado pretencioso llamarlo así; más bien sería una charla o un conversatorio) sobre el escritor salvadoreño Roque Dalton. Todo porque la maestra Sandra Molina, subdirectora del Centro Escolar "Walter Thilo Deininger" de Antiguo Cuzcatlán, me ha invitado a dicha institución con motivo de la semana de la lectura. Yo le he dicho que sí, y pronto me ha manifestado que es para el lunes diecinueve de abril, a las dos y treinta de la tarde.
Para desarrollar el tema, tendré que desempolvar mis libros, páginas de periódico y recortes que traten sobre semejante poeta nuestro. Espero salir con muy buena pinta de nueva faceta mía y dejar alguna inquietud en los jóvenes.

domingo, 11 de abril de 2010

Deuda impagable (por eso de la crisis)

Rusia, San Petersburgo - Teléfono.
Fotografía: Matías Raby

Que Dios se lo pague. Dios ya tiene tanta deuda acumulada, que los números rojos (por eso de la crisis económica) están es su contra. Nosotros, con tantos agradecimientos a nuestros semejantes, lo hemos vuelto un cliente insolvente. Usted, fiero y testarudo cobrador : Ya no llame por teléfono, que nadie le va a contestar; tampoco pretenda visitarlo en casa, porque no lo encontrará.
Moraleja: Hágase cargo de su propia deuda y no lo moleste más.

jueves, 8 de abril de 2010

Recuento de "arbitrariedades"


Desde el final de la calle Quetzalcoatl salió el Vía Crucis Viviente. Ya son tres años que dan fe de este ejercicio espiritual. El primer año fue Mario Cardoza quien interpretara el papel de Jesús; el segundo, Ivo Fernández y el tercero, César Cuéllar.
Mario parecía un liliputiense frente a Guliver, si lo comparáramos con la estatura de Jesús, que medía más de uno ochenta metros y su actuación, rayó con el melodrama. En Ivo, por ejemplo, hubo una semejanza con el personaje bíblico en lo que a estatura se refiere, pero en esencia, como histrión amateur, no superó a su antecesor. César ha sido (hasta ahora) el más convincente, pero exagerado en caídas (al igual que Mario e Ivo) que no debieron ser más de tres.
El Vía Crucis Viviente da inicio con la condena de Jesús, donde Lucio Poncio Pilato mantiene casi una conversación consigo mismo, sino fuera porque el Maestro, lo único que termina por musitar ante el cruel interrogatorio, es: Mi Reino no es de este mundo.
El parlamento entre Poncio Pilato y Jesús y los gritos de la plebe son tan cortos que deberían memorizarse y cantarse a viva voz y no pregrabarse. Esto, con la intención de que no sea el audio el que se adelante a la voz humana o viceversa.
Los gritos de la chusma no deben ser las expresiones ¡Clávalo!, ¡clávalo!, ¡clávalo!, porque aunque ya se sepa el contexto en el que se está manifestando y viviendo, descontextualiza la representación teatral. Deben usarse palabras universalmente conocidas: ¡Crucifícale!, ¡crucifícale!, ¡crucifícale!
Explico. Al mencionar la palabra ¡clávalo!, que quizás ni siquiera en la Biblia se encuentra, yo me imagino tomar un pedazo de madera para introducirlo (a fuerza de martillo) en cualquier superficie que se me antoje. Pero si en cambio, se emplea la palabra universalmente conocida por toda la gente, sabemos que es la carne de un Hombre (en este caso la de Jesús) la que va a ser crucificada.
Por el camino del Calvario, también deben ir los dos malhechores que acompañaron a Jesús en la crucifixión y a los cuales debe cargarse con sendos travesaños, para que, asimismo, la procesión se vea enriquecida de personajes malvados que rodearon las últimas horas de Jesús.
Simón, de Cirene, no debe ir entre la chusma, porque él no iba entre ellos. Venía de sus labores: él pasando iba y lo agarraron por sorpresa, sin que él ofreciera su hombro caritativo. Pero, al Simón que salió de entre la multitud, lo vi más bien gustoso a cargar el santo madero. A este Simón, cuando el soldado lo llama, debe oponer resistencia y a regañadientes, con palabras duras, cargar la cruz. El soldado, por consiguiente, debe ser enérgico cuando ordena venir a este de Cirene. Y este de Cirene no debe ir con el pueblo, por lo de que él pasando iba; mas bien irá con los civiles (para decirlo de algún modo) que acompañamos a la procesión.
A María, la madre de Jesús, no la vi con el dolor a flor de piel por la muerte de su Hijo. A quien sí vi sufriente fue a María Magdalena, como si una espada atravesara su corazón: tal parecía que su llanto iba a inundar el escenario junto con nosotros.
¡Cuidado con los detalles! Una cajita de ungüento Vick, graciosamente se deslizó por entre las vestiduras de una de las mujeres de Jerusalén (VIII Estación).
Es de mencionar y de aplaudir que, en esta representación, la chusma no se arrodilló en cada Estación de Vía Crucis, como lo hiciera en años anteriores. El vestuario estuvo a la altura de la situación; el armamento bélico, como los escudos, fue una excelente manera de cómo mostrar a los asistentes, el poderío del imperio romano. Lo que nadie vio fue a los soldados portando lanzas, que son un complemento de todo equipo de guerra. ¡Qué bien, verdad! Me mandan a la guerra descalzo y sin uñas, sólo con los dientes: me dan equipo de defensa, pero ¿con qué voy a atacar?
Habrá que esperar el año que viene, para saber si por lo menos algunas observaciones fueron tomadas (aunque no es obligación) en cuenta y por lo tanto, luego, me sentiré honrado.

Jueves, abril 08 de 2010, 4:10 p. m.

lunes, 5 de abril de 2010

El Señor ha resucitado: ¡Aleluya!

Resurrección.
Fotografía: Miguel Gallardo

El Señor resucitó de entre tanta podredumbre proferida por la plebe: insultos, execraciones y el restallar de la fusta agitada con violencia cuando golpeaba las carnes divinas de Jesús. María Cleofás y María Magdalena se fueron sobresaltadas cuando vieron la oquedad del sepulcro vacía y sin el cuerpo del Señor. José, de Arimatea, había sido el que, por caridad y por compasión pidió el cuerpo de Jesús para darle (desde ese momento llamada "cristiana") sepultura. ...Y ese hombre, por tanto, mereció el cielo.

sábado, 3 de abril de 2010

El colgado

El ahorcado.
Fotografía: Eugeniol Siliceo Aguilar

Es una tradición casi generalizada, de que, cada Jueves Santo, Judas aparece colgado de una soga atada a un árbol, y este hecho, en cumplimiento al texto bíblico que dice: Entonces él, arrojando las monedas en el templo, se marchó y fue a ahorcase, Mateo 25,7.
En mi ya pasada niñez, atrás de donde ahora está La Despensa de don Juan, había un cafetal con elevados galileos y de la parte más cimera aparecía guindado del cuello, como pago, aplicado por mano propia, por su traición.
Aquí y ahora, en Antiguo Cuzcatlán, lo cuelgan en la Plaza Mayor (llamémosle así, porque ya me cansé de decir "la antes llamada Plaza de las Ciencias"). Siempre quedaba suspendido de un cortés blanco, ahora lo han colgado del árbol llama del bosque, llamado "meón".
Es un Judas adaptado a los tiempos modernos: calza tenis, viste pantalón de mezclilla y una camisa manga larga para soportar los violentos rayos del sol. El rostro, es el de un anciano de cabello y barba níveos. Está demacradísimo y su cara está arrugadísima, que parece se le va a caer. Es un milagro (para castigo de él) que, con más de dos mil años su cara no haya sido carcomida por los gusanos.

viernes, 2 de abril de 2010

La gran confabulación

Había que exacerbar los ánimos. Había que execrar al propio Jesús. Habría que escupirlo, flagelarlo, insultarlo, acusarlo de blasfemia y de heresiarca. Para eso estábamos la chusma, los soldados y los sumos sacerdotes.
Fuimos marionetas de la gran confabulación trazada por Dios y su ejército de ángeles, porque la Escritura se cumplió letra por letra... Y es que todo mundo quedó satisfecho con la muerte del Hijo del Carpintero.

jueves, 1 de abril de 2010

Observación de Jueves Santo

La Plaza de las Ciencias ( bueno, hace algún tiempo se llamaba así, después de la remodelación, quedó, sin nombre y sin tata y nana que le dieran un sustantivo) es, paso obligado en el centro de la ciudad. Allí mismo se encuentran las tres cruces, que ocuparán Jesús y los dos ladrones.
Paso frente a la parroquia y veo a un Jesús, mal amarrado, como si todo fuese plan perfectamente confabulado, para que Él escape y no sufra los azotes y la muerte en la cruz.

Entre el lápiz y la lectura

La lectura.
Fotografía: Raquel Méndez
Me he levantado a las ocho de la mañana, a ducharme. Tomé el desayuno y después, una libreta de papel bond tamaño gigante para elaborar unos dibujos, que luego pintaré en un lienzo. Pero primero, tendré que tensar la tela en el bastidor y luego prepararla para el dibujo y la pintura.
He tensado la tela; ahora aplico la primera capa de pintura mezclada con pegamento blanco.
(En el ínterin del secado, retomo la lectura de Días del Arenal, de Soledad Puértolas.)
Seca la tela, doy la segunda capa.
(Y mientras el aire y los fortísimos rayos del sol hacen lo suyo, vuelvo a las páginas de Días del Arenal.)
Y así he pasado la mayor parte del día, entre las capas de pintura y la lectura sin mayores sobresaltos, que el tiempo ha pasado raudo sin que yo me dé cuenta y de pronto, tendré que alimentarme a la hora meridiana.
(Me olvidaba de decir, que casi todo el tiempo los audífonos han estado pegado a mis oídos como parte del cuerpo: la música de Manolo García me ha acompañado. Mi estudio ha sido la Naturaleza misma: en torno mío están dos árboles de mago, un olivo y un arbusto de mirto, que año con año prodiga sus ramos de hojas para el altar del Viernes Santo. ¡...Ah, un mango me golpeó en la parte trasera del cuello, que sólo porque sé que el árbol es inocente y no tiene madre, no se la menté!)


Jueves Santo, 01/04/2010, 1:30 p. m.