martes, 29 de septiembre de 2009

Citando a Yukio Mishima

Para mí este es un diario falso, aunque ningún ser humano puede llegar a ser tan honesto que se convierta en una persona completamente falsa.

Sed de amor, p. 27, Luis de Caralt Editor, S.A., Barcelona, España, tercera edición 1972

viernes, 4 de septiembre de 2009

La sandalia del pescador


Dignas de alabanzas son aquellos almas (mujeres y hombres) que dedican la vida entera a poner el pan en boca de los pobres, a curarles las heridas del espíritu, a darle la mano al caído, a perfumarle las llagas al enfermo.
Dichosas esas almas (hombres y mujeres) que creen en Dios, sin que de Él tengan una mínima evidencia entre sus manos, sólo la lectura de la Vulgata, y eso les basta para decir: "Señor, yo creo en Ti, en la respiración del mar que es tu aliento, en la hoja que movió tu mano y en la luz del Sol que baña los campos de la Tierra."
Y eso, eso les basta para saber que Dios está ahí, con ellos y para siempre.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Bodegón


Esta es otra de las pinturas que tengo en proceso. Un par de manzanas, acompañada de hortensias y sus hojas. Avanzada en un sesenta por ciento, ya tiene un cariz de buena salud.
Soy un pintor en ciernes, que quiere aprender a dominar las diversas técnicas pictóricas; pero claro, esto requiere de mucho tiempo, talento (aún no sé si lo tendré) y de dedicación. Por el momento, hago el intento con el escaso tiempo que saco después de la agotadora jornada que colma de alimentos la boca de mi familia y la mía. Ejercitándome (y que hoy, por hoy llamamos ensayo y error) con los pinceles y los tubos de pintura, espero superar lo que por el momento en el lienzo sólo se trata de una torpe y burda obra pictórica.

Citando a Mario Benedetti

Eran la once y media y me acordé de Dios, de mi antigua esperanza de que acaso existiera. No quise rezar, por estricta honradez. Se reza ante aquello en que se cree verdaderamente. Yo no puedo creer verdaderamente en él. Sólo tengo la esperanza de que exista. Después me di cuenta de que yo no rezaba sólo para ver si mi honradez lo conmovía. Y entonces recé. Una oración aplastante, llena de escrúpulos, brutal, una oración como para que no quedasen dudas de que yo no quería ni podía adularlo, una oración a mano armada.



Montevideanos, "Sábado de Gloria", Editorial Planeta Argentina/Seix Barra, septiembre 2000, p. 23

martes, 1 de septiembre de 2009

Jesús atado al pilar de los azotes


La escultura Cristo en el paso de la flagelación, es de José Antonio Hernández Navarro; el autor de la fotografía de la escultura corresponde a Jorge Sesé y la pintura, en proceso aún, mía, y espero terminarla para el mes de diciembre. ¿Quién sabe si lo lograré? Espero que sí.