sábado, 5 de abril de 2008

La escritora

En excepcionales y contadas ocasiones los hijos o hijas cuentan sus historias en papel. Lo más se divierten con la caja idiota, el nintendo, los vídeos; menos en la lectura, el dibujo y la pintura o en obras de pintores famosos. Mi suerte es excepcional y contada: mi hija asiste religiosamente a clases de dibujo y pintura los días sábados en el CENAR, y lee libros acorde a su edad.
Hace poco fuimos a la librería La Ceiba con la intención de adquirir un libro. Le compré Mini va al colegio, de Christine Nostlinger, y me sorprendió que la lectura la hizo en un tiempo que ni yo mismo me lo habría imaginado.
Siempre de esas excepcionales y contadas ocasiones, mi hija escribe cuentos con el tejido de su imaginación. Uno de ellos es el siguiente:

El cumpleaños de Matilda

Había una vez una niña llamada Matilda. La niña era muy pobre, y ya se acercaba su cumpleaños y tenía muy poco dinero ahorrado. Su madre llamada Carmen trabajaba en una maquila durante el día, en la tarde en una panadería y en la noche en un restaurante de comida rápida.
A la pobre Matilda le tocaba hacer todo el trabajo doméstico y cuidar a sus cuatro hermanos, ya que ella era la mayor y no le quedaba tiempo ni de ir a estudiar. El día tan esperado por ella nadie lo recordaba ni siquiera su mamá; cuando su mamá no estaba empezó a llorar, porque nadie se recordaba de su cumpleaños. Su hada madrina la oyó y le preguntó:
--¿Por qué lloras?
-- Es que nadie recuerda mi cumpleaños – contestó Matilda.
-- Nadie lo recuerda.
-- No – respondió Matilda.
Y le dijo
--Te brindaré vestido, zapatos, globos, piñatas, dulces, bolsitas, juguetes, golosinas, pastel, cucharas, tenedores, platos, gaseosas e invitaré a muchos niños. Mientras tanto, arregla la casa que la gran fiesta comenzará pronto.
Muchos niños llegaron a la fiesta y se divirtieron como nunca antes lo hicieron.
El hada le dijo a Matilda:
-- Te daré de regalos tres deseos.
El primer deseo de Matilda fue que su mamá consiguiera un trabajo mejor; el segundo fue que ella pudiera ir a estudiar, y el tercero, que sus demás hermanitos también pudieran estudiar. Y Matilda vivió feliz para siempre.

Andrea María Orellana Alas

Esta es una muestra de su talento y de su magín en el camino de escritora, que se irá ampliando si ella decide seguirlo.

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