
Esto no es una pipa. Fotografía: Miguel Camacho
Para Rubidia Vaquerano,
que un día me tomo el (escaso) pelo.
Pasé a dejar unos documentos al cubículo del licienciado Martínez. Una voz me sorprendió:
-- Julio César, quiere un suspiro.
Y yo bien contento, dije:
-- ¡Sí!
Cerró la boca, tomo aire y levantó el pecho: ¡...Aaah!
Y yo quedé con la boca abierta, porque había sido víctima del engaño.
-- No, de verdad, quiere uno.
-- ...A la hora del café.
San Salvador, diciembre 07 de 1993
1 comentario:
Si somos objetivos no hubo engaño, hubo una interpretación equivocada de un termino ambiguo... me pregunto que hubiera pasado de haberle ofrecido una "peperecha" Ja, saludos!!!!
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