domingo, 3 de agosto de 2008

Cosas (y situaciones) veredes, mi querido amigo

El deprimirse y la desesperación son malas consejeras. ¿Hasta dónde llevan al sujeto así afectado? A quitarse el hálito de vida que posee.
Conozco un caso que, el hombre sintiéndose afectado porque la mujer le ponía los cuernos decidió quitarse la vida con un revólver. Quizá la afrenta no hubiera sido de mayúsculas proporciones, o el deshonrado habría decidido en común acuerdo con la pecadora, que ella viviera una doble vida marital; pero es que dicha situación era del dominio de la vox pópuli, y eso dolía más que cualquier espina en el corazón. Fue tanta su congoja que, una día durante la cena subió a la segunda planta con cualquier pretexto sólo para asestarse un tiro en la cabeza. Y fue así que terminó la vida de Carlos Cardoza.
La otra vida siguió y sigue con el amante por el cual el propio marido se quitó el vida.

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