Fotografía: Miguel Perdiguero.
No hay nada que el poeta no sienta
ni nada que al vate no lo abata:es un dolor, una pena que lo ata
ante esta escaramuza cruenta.
No existe nada que en la cuenta
deje de apuntar en su caminata,
porque no es premura que lo ata
sino ejercicio en esta guerra cruenta.
Y siempre, con el fusil de su pluma,
desde la trinchera de su escritorio,
escribió, habló profetizando paz.
Por vocación, sople o no la bruma,
o deje sentirse el ángel mortuorio,
este poeta siempre predica paz.
Para David Escobar Galindo
Antiguo Cuzcatlán, mayo 16 de 1993
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