
II
El Barón prosiguió en su afán de redactar algunas cuartillas. Una lluvia de sudor anegaba su frente, mientras que un ligero estremecimiento del cuerpo, continuando por una tos extendida y seca lo lanzó a la desconcentración.
Sintió un sabor acre en su boca: era la sangre bombeada desde los pulmones. Vomitó un escupitajo rojizo que, al caer sobre el piso, la figura de una calavera se dibujó.
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