Fotografía: Álvaro Calero
En esta parroquia los feligreses ya no caben. Hay gente de pie en la entrada, como si la iglesia misma vomitara a gente indeseable. En el flanco izquierdo, al lado del salón parroquial instalan sillas para que la feligresía escuche la Palabra de Dios. Adentro es un mar de gente: sentados y de pie, que en las bancas no cabe ni un alma y parados, un (o una) feligrés en cada cuadrito del piso cual si fuesen piezas de ajedrez en cada escaque del tablero. Ni los deambulatorios se salvan de esta gente de domingo.
No se puede respirar y la palabra y el incienso llenan en interior parrroquial.
En tiempos de antaño en esta parroquia sólo se casaba la gente pobre y ni caso le hacían los ricos. Ahora la parroquia es mirada con respeto y hasta los ricos se casan en ella. Las limusinas que pacientemente esperan a los esposos lo atestiguan y los arreglos en el interior de la misma, también.
¡Enhorabuena para nuestra parroquia!
1 comentario:
Como va aquella canción de Mercedes Sosa? Cambia todo cambia...
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