lunes, 5 de mayo de 2008

Un día intenso

Entreno de futbol 3. Fotografía: Guatemala Moisés Castillo


Domingo cuatro. La noche del sábado llovió y el día siguiente amaneció con ganas de llorar; pero sólo fue el amago, con un sol tiriciento e íngrimo que en vano luchaba contra el mal estado del cuatro.

Favoreció para los intramuros y la barbacoa del colegio. El desfile de rigor. Las candidatas y candidatos a reina y rey en sus corceles rodantes y ornamentados con globos y papel de colores. La banda de guerra adelante: un bullicio tremendo.

No falta el pelo en la sopa. La profesora de cuarto grado queriendo imponer orden con los hombrecitos, pero éstos siempre rebeldes, y ella decía:

-- No sé qué me va a dar con ustedes.

...Y en el desfile no cantaban canciones que pusieran de manifiesto el coraje, el buen ánimo, la autoestima. Era un jaleo de padre y Señor mío. Cantaban a su modo, por llevarle la contraria a la maestra: "Los pollitos dicen pío, pío, pío cuando tienen hambre, cuando tienen frío..."

En la competencia futbolística: cuarto contra quinto grado. Había en el grado menor dos o tres niñoss que se rebuscaban por conseguir el gol; otros no, como David Teos. Su madre decía que a David no les gustaban los deportes, que él estaba sólo para hacer bulto. Primer y segundo gol de quinto grado, y los chicos decepcionados echándose la culpa unos a otros. Un gol de cuarto grado vino mejorar la situación y los ánimos. El buen disparo de un chico de quinto grado cruza el travesaño de la portería contraria. Luis Gerardo, el portero del grado masacrado se quita el chaleco y lo arroja al suelo, señal inequívoca de su rabia y de su impotencia de perdedor. (Por cierto que lloraba su deventura a moco tendido.)

Y la madre, gritándole:

-- ¡Vamos, vos podés Gerardo!

Y la abuela:

-- Es que a Gerardo, yo le he dicho que es mal perdedor.

El culmen fue la coronación del rey y la reina. Ganó una niña de prekínder y un niño de segundo grado.

Luis Gerardo el que en ese momento ya había digerido su derrota, puso la nota humorística, diciendo:

-- Y esa niña tan pequeña, cómo va a poder gobernar un reino.

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