sábado, 9 de febrero de 2008

Chanzas monolíticas



Fue al terminar la clausura cuando enrostré a Sara. Puse mi mejor cara de seriedad y le pregunté el por qué Sara Martínez había ofrecido palabras elogiosas del Proyecto y no yo. Iba a darme la justificación del caso, pero vi un rictus de angustia en su rostro y ya no pude soportar que por culpa mía la tarde de Sara se volviera un Calvario. Entonces preferí decirle la verdad, que todo era una chanza que le estaba gastando.
Así como llegué desaparecí y me confundí entre los invitados y los graduandos, por así decirlo. Luego repliqué lo mismo con Silvia. Sintió más pena que alegría por la dureza de mis palabras, y poniéndose la mano derecha en el pecho, me dijo:
- Perdón, don Julio.
Le comenté que no se preocupara, que todo era una broma. Entonces pude ver cómo Silvia se liberaba de un enorme peso, mayor que el que sus propias fuerzas podían sostener.
Compartí la mesa con Omar y Marcos, primeramente, quienes cuando ya me disponía a marcharme me acompañaron a la mesa de cuatro damas tan elegantes como hermosas: estaban ahí Elcira, Sara, Silvia y Merlyn. A pesar de estar solas disfrutaban de una charla amena que interrumpí cuando llegué. Pero Merlyn me sorprendió con su inesperada invitación y yo gustosamente acepté acompañarlas. Antes de quedarme fingí lloriquear con una canción de Menudo: El momento más triste ha llegado y yo no quiero decirte adiós.
Entre charla, vino y bocadillos, recordé el inicio de El brindis del bohemio que Guillermo Aguirre y Fierro escribiera en el destierro: "En torno de una mesa de cantina, una noche de invierno, regocijadamente departían seis alegres bohemios". Sólo que no era una cantina ni éramos seis, sino siete.
Dije que las palabras en la clausura tendría que haberlas dicho otra persona... y todos supieron a quién me refería. Merlyn me dijo:
- Usted es malo, muy malo (bis): lo dice con conocimiento de causa. Usted me engañó, señor; usted me engañó.
Sí, es cierto, hasta a mis alumnos y alumnas engañé con esta cara de piedra que tengo. Todo el mundo, al verme, no cree ni pueden concebir que esta seriedad monolítica no esté reñida con mi lado humorístico. No esperan de mí bromas que una persona seria diría, pero cuando me conocen saben que destilo unas chanzas deliciosas.



Para Merlyn

06/02/2008, 10:48 p.m.

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