lunes, 31 de agosto de 2009

"H" y "h": Hospital y hélice

Rosas.
Fotografía: José Ruiz Quesada

Cierto es, que mi madre, cuando era chico, cayó en cama porque dos enfermedades tocaron a su puerta: el bocio y la anemia. Fue inquilina del Hospital Rosales por mucho tiempo y entre exámenes médicos y transfusiones sanguíneas un día, al fin, fue llevada al quirófano para extirparle la glándula tiroidea, que había crecido del tamaño de una pelota de tenis. Nosotros, mi hermano y yo, la visitábamos cada domingo, día de visita, y comprábamos unos helicópteros artesanales hechos de desperdicios de envases de sueros. Era todo una maravilla jugar con esos helicópteros, cuya hélice estaba conectada a un pedazo de cánamo y cuando lo jalábanos, era la magia de nuestros años que nos hacía asombrarnos del fácil mecanismo giratorio de la hélice.
Los años han pasado y ahora que lo recuerdo, fue un tiempo feliz, nunca triste, porque no dimensioné nunca qué era estar separado (aunque lo vivía en carne propia) de la madre ni sabía de las preocupaciones que aconjojan a los adultos. ¡Tiempos felices aquellos!

lunes, 24 de agosto de 2009

El pitero-tamborilero, don Santos Quevedo


Tamborilero
Fotografía: Juan Manuel Pérez


Don Santos Quevedo era bajito, calvo y tuerto. Que yo recuerde nunca usó zapatos, aunque su hijo Félix me afirma lo contrario.
"De San Pedro Perulapán se vinieron buscando mejores oportunidades de trabajo, "me responde Félix a la interrogante de cómo y porqué llegaron a Antiguo Cuzcatlán.
-- Según entiendo, Félix, aquí había empleo en las fincas todo el tiempo: abonar los plantíos de café, hoyar, sembrar, podar los árboles que dan sombra al cafeto, cortar café,...
-- Sí, año con año venían mi papá, mi mamá y Sixto, mi hermano mayor, y poco a poco el trabajo-necesidad, los obligó a quedarse.
Religiosamente, por las tardes, lo veía pasar frente a mi casa y de pronto, en la suya, se armaba todo un carnaval con el pito, el tambor y un montón de "viejos" enmascarados: allí había diablos, mujeres panzonas con caras de bruja y monstruos de dientes descomunales. Luego salía la recua de "viejos" hacia la alborada, acompañada del vecindario de cipotes y de don Santos Quevedo a la inversa del Flautista de Hamelin.
La primera alborada salía del Plan de La Laguna, de donde mi padrino Marco Tulio. Yo iba por la horchata, el marquesote y el pito de barro. Los "viejos" bailaban al son del pito y el tambor: asustaba a los niños que creen en todo lo que ven, a las mujeres desprevenidas que de todo se asustan; a mí, no eran ellos sino los petardos de vara ¡pom, pom! Las alboradas finalizaban en la víspera festiva de Los Santos Niños Inocentes.
Guardo en la memoria el momento en que don Santos Quevedo y su familia dejaron de ser mis vecinos, pero no supe qué derrotero tomaron.
Las alboradas siguieron año tras año, pero ya no con don Santos Quevedo que era un señor bajito, calvo y tuerto, sino con un hombre cuyo nombre y rostro no logro identificar en mis recuerdos. Muchos años después, Félix me comentó que don Santos había vendido sus instrumentos musicales y máscaras rituales a alguien que él tampoco recuerda.
(El pito y el tambor perdieron presencia en las alboradas. Ahora un carro sonoro con la grabación del Torito pinto las acompaña, y unos "viejos" que ya no asustan a los niños, porque no creen en todo lo que ven ni a las mujeres que de todo hacían un bien elaborado jaleo, y mucho menos a mí los petardos de vara ¡pom, pom!, pues con los años acumulados en mi espalda ya sumé valor contra el miedo.)
Pocos meses antes de la ofensiva "Hasta el tope" y después de ciento dos días de hospital, muere don Santos Quevedo y con él la cultura del pitero-tamborilero y de los "viejos" enmascarados. Murió don Santos, y la vida cultural en Antiguo Cuzcatlán feneció de golpe, sin mayores aspavientos que las voces amigas dictando a coro la sentencia del funeral.

viernes, 21 de agosto de 2009

La fonda de don Damián (y IV)

Los Reyes Magos en la fachada de La Sagrada Familia.
Fotografía: Juan Pablo Valenzuela
SEGUNDA ESCENA

Un pesebre habitado por animales fieles al hombre. Una luz brillante irradiadesde el centro: un Rey ha nacido. María y José lo contemplan. Los ángeles, uno en cada flanco. Se aparecen tres ilustres visitantes.
MELCHOR. Hemos visto el firmamento parpadear y todas las estrellas dormirse de sopetón, pero hubo una, la mayor, la más fulgurante que jamás lo hizo, y tras ella no hemos dejado dormir nuestro sueño: conocer al Rey.
GASPAR. El Rey que será el Señor de señores.
BALTASAR. Y un rey que será el mejor y mayor de todos los reyes del mundo.
MELCHOR. Un Rey con poderes sobrenaturales, que resucitará a los que no tengan vida.
GASPAR. Que restablecerá la salud del que no la tenga.
BALTASAR. A los cojos hará caminar.
MARÍA. Bienvenidos Reyes de Oriente.
JOSÉ. ¡Qué la paz sea con ustedes!
Melchor se arrodilla.
MELCHOR. Te ofrezco Niño-Dios, este cofrecito de mirra, para que tus penas y tristezas sean bendecidas por Nuestro Padre Eterno.
Lo coloca a la derecha del Niño-Dios y se levanta: Llega el turno de Gaspar para arrodillarse.
GASPAR. Te entrego Rey de reyes, este cofrecito de incienso, para que en tu hogar siempre bendito, nunca desfallezca la fe.
Coloca el cofrecito al lado izquierdo del pesebre y se levanta. Se arrodilla Baltasar.
BALTASAR. Este cofrecito deoro telo entrego con la convicción de que el pan nunca faltará en tu mesa. Benditos tu padre y tu madre, que han ofrecido con tu nacimiento la salvación de la Humanidad entera. Bendito tú, que has nacido en la pobreza, para enseñarnos que la verdadera riqueza habita en el corazón del hombre.
Se levanta. Aparece un coro de ángeles e interpreta un villancico. Luego los angelitos de Dios se reúnen en círculo y uno deellos propone jugar a las bombas y a las adivinanzas.
ÁNGEL TOMÁS. Juguemos a las bombas y a las adivinanzas.
ÁNGEL CARMENCITA. Sí, sí, juguemos a las bombas y a las adivinanzas.
ÁNGEL DOMINGO. Sí, sí, juguemos.
ÁNGEL ÁMILI. Comienzo yo:
¿Quién es, quién es, no sé,
el niño que nació en Belén,
cuyos padres, María y José,
para llegar a su destino,
no abordaron ni siquiera un tren?
ÁNGEL MARCO ALFREDO. Juan sin Miedo.
ÁNGEL MARÍA. ¡Uuuuy! ¿Y ése quién es?
ÁNGEL MARCO ALFREDO. Es un vaquero de paquín, que lee mi padre; muy valiente, por cierto.
ÁNGEL ÁMILI. ¡No!
ÁNGEL SANTIAGO. El Jorobado de Nuestra Señora de París.
ÁNGEL ÁMILI. ¡No! Deduzco que no han leído el Nuevo testamento.
ÁNGEL JUAN. Si no son ellos, entonces es el niño expósito que encontró en el establo de don Jorge la niña Chole.
ÁNGEL JUDAS. Yo no soy, no molestés ángel Juan.
ÁNGEL JUANITA. ¿Y entonces quién?
ÁNGEL ÁMILI. ¿Se dan por vencido?
Todos en coro responden que sí.
ÁNGEL ÁMILI. El Niño Jesús, más conocido como Niño-Dios.
ÁNGEL JUANITA. ¡Ah, si estaba bien fácil! Ahora les digo una yo:
¿Quién es, quién es,
el rey Herodes que ordenó
la matanza de los Inocentes?
ÁNGEL ESPERANZA. El rey Herodes, obvio.
ÁNGEL ADONAI. ¿Y quién fue el que me dijo que: "Protege a los buenos, castiga a los malos?" (Camina muy rígido y con ambas manos en posición de las agujas del reloj, indicando las tres de la tarde.) ¿Quién fue, quién fue? Y los Inocentes, ¿acaso no eran malos?
ÁNGEL GABRIELA. Esa es "La Momia Blanca", de Titanes en el Ring.
ÁNGEL ADONAI. ¡Ah, bueno, entonces es mala información la que me dieron!
ÁNGEL ANDREA. ¿Quiénes fueron los Reyes que del Oriente vinieron y de un solo ofrecieron sus tesoros al Rey de Reyes?
ÁNGEL ADONAI. Ali Babá y los cuarenta ladrones.
ÁNGEL ANDREA. ¿Cómo se te ocurre ángel Adonai, decir semenjante bobería?
ÁNGEL ADONAI. ¿Y qué no traían tesoros y muchísimo dinero, pues?
ÁNGEL ANDREA. Sí, pero no son ellos.
ÁNGEL JUDAS. Si no eran ellos, entonces uno quizá era Donald Trump.
ÁNGEL ANDREA. ¡Tampoco!
ÁNGEL JUDAS. Entonces, ¿quiénes son?
ÁNGEL ANDREA. Los Reyes Magos: Melchor, Gaspar y Baltasar.
ÁNGEL JUANITA. ¡Qué fácil estaba!
Ha terminado el juego delas adivinanzas. Se escucha un villancico. José saca del pesebre al Niño-Dios y lo alza con ambas manos, como ofreciendola sangre deJesús a la Humanidad. Todos caminan hacia el frente acompañando a la Víctima Pascual.


jueves, 13 de agosto de 2009

Venancio y su gracia

Pájaro carpintero - Menalerpes Striatus.
Fotografía: José M. Pantaleón I.


El copetón es el mismo cheje o pájaro carpintero. Venancio Rodríguez, en cierta ocasión, que de una bomba llevamos cantaradas de agua para la construcción del puente "Caricias," les dijo a mis compañeros que yo era un "Copetón." Y pocos compañeros le siguieron la guasa. Algunos, creo, me defendieron de tan insidiosas palabras, porque era nuevo en la escuela y mi persona no supuraba (ni supura) mala leche. Entre ellos, sin mal no recuerdo, estaban Abrahám y Lichi, hermanos que no se parecían en nada en su actitud: mientras que el primero era callado y un poco tímido, el segundo hablaba hasta por los codos y molestaba más que tres personas juntas.
El pobre Venancio, como tenía muy mala dentadura, le apostó a ahorrar una buena suma de colones para ponerse un puente, y fue tan mal trabajo que, cuando sus dientes pretendían arrancar un pedazo de caña, éstos quedaban asidos a la rolliza vara; así que mejor ni comerla. Quedan muchos recuerdos en el tintero; otro día, en la medida que la meroria me los dicte, los iré escribiendo.

"Pájaro Loco"

Fotografía: Bernardo Mora Cadavid

Del quinto al noveno grados, hubo otro compañero que llevó con suma paciencia y buen gusto en su espalda, el alias de "Pájaro Loco"* (Woody Woodpecker). A él sí, creo adivinarle el por qué se ganó el sobrenombre del dibujo animado que creó Walter Lantz. A fuerza de ser sincero, si la infiel memoria no me falla, era bastante alocado, casi llegando a comediante. Esto otro, la memoria lo cree recodar, pero que está muy a tono con el personaje. Al parecer tenía una manera muy singular para hablar: era un poco tartajo y hablaba muy rápido. Creo que por eso, con propiedad, se ganó alias de "Pájaro Loco."
* En este momento no recuerdo (tampoco parece a pie juntilla, que lo recordaré) ni cómo se llamaba el susodicho compañero .

Manuel (II)

Casco y collera de lobo tlingit
(Museo de América)
Fotografía: Luis García

Aún ignoro el por qué a Manuel, algunas veces le llamaban "Casco". Ahora que lo pienso, Manuel, ni siquiera tenía (ni tiene) la cabeza parecida a un casco, para que algún "chistoso" le haya nombrado por tan ofensivo y semejante remoquete. Los alias, en la adolescencia, son pletóricos, gracejos e imaginativos; otros, por el contrario, son acres que lastiman la autoestima de quien lo lleva a cuestas.
Ahora que lo pienso, Manuel, ¿por qué te decían así? Queda pendiente aún, preguntárselo en vivo, en directo y en persona.

miércoles, 12 de agosto de 2009

El teatro estaba en sus venas

Maternidad.
Fotografía: Pablo Blanco


Veintiséis de noviembre de mil novecientos noventa y siete. La serpiente de asfalto, levemente húmeda por la escasa tormenta del invierno ido se sacudía la piel con el rodar de las llantas.
Caminaba frente a la “Torre Roble”, en Metrocentro. Mi destino era el Hospital Materno Infantil Primero de Mayo, y como tenía tiempo de sobra, no me caía mal un ligero estiro de piernas hasta el nosocomio.
Ese día marqué con insistencia el 271-1166. Una voz al otro extremo me respondía: Se encuentra en sala de partos. Algunas veces la informante era más histriónica: Está en sala de partos; no lo puede tener la pobre. Casi al final de la tarde me convencí de que la empleada no necesitaba estudiar teatro, porque ya lo traía en la sangre: No lo puede tener: cesárea le van a practicar, ¡pobrecita!
Como a eso de las seis de la tarde llegué a Información y pregunté por quién tenía que preguntar. Mi interlocutora (con señales evidentes de juventud jubilada) haciendo suya mi angustia – aunque mi preocupación andaba de vacaciones: ¡eh, ahí, la gran farsa de la persona que tenía frente a mis ojos --, abrazó en su hipócrita corazón la pena que no sentía, exclamando con voz quejumbrosa: ¡No lo pudo tener, cesárea le hicieron a la pobrecita!
Más tarde pude observar que el teatro no era gratuito. Gente con ingenua bondad cayó en la trampa, dándole algún obsequio como gesto de agradecimiento por haber hecho suyo un dolor ajeno.
Luego vino la confusión mental, cuando una enfermera entró a sala de partos gritando el nombre dado por nosotros y nadie había respondido al de María Teresa. Sólo entonces me llegó la preocupación, acompañada de un racimo de interrogantes: ¿Cómo es posible que no tengan control de las pacientes que ingresan a sala de partos? Aunque no quería pensar en la fatalidad, el cerebro me ordenó: ¿Habrá fallecido, y los médicos no se enteraban o estará el forense ejecutando su rutina diaria ahora que la tarde lanzaba su último aliento? ¡No puede ser!, me decía a mí mismo para inyectarme ánimos.
Ante la insistencia de querer ingresar al Hospital, uno de los porteros llamó telefónicamente a la encargada de turno, para decirle que tal persona no se encontraba y que todo el día había permanecido en sala de partos.
Con nombre en mano, se ordenó a varias enfermeras la búsqueda de mi consorte. Una de ellas, al fin, regresó con la noticia: Está en sala de recuperación, por la anestesia, porque le practicaron cesárea. Dentro de pocos minutos la van a sacar.
El corazón volvió a su lugar y sólo entonces, la inquietud se marchó quién sabe adónde.
La espera terminó como a eso de las diez de la noche, cuando la traían del fondo de la sala. Antes de entrar al ascensor tuve la oportunidad de acariciarle la frente y apretarle suavemente la mano.
- ¿Qué tuvo Tete? – le preguntó Jaime, esposo de Jeannette, que ahí estaba también.
Como si el aire se le fuera a escapar por un momento, haciendo supremos esfuerzos lo retuvo y pronunció suavemente: Niña.
Cumplido el deseo de mi esposa, ambos por primera vez, nos estrenábamos en ser madre y padre y con una oración agradecí a Dios por la oportunidad que nos dio de firmar con nuestra sangre la vida de  Andrea María.

martes, 11 de agosto de 2009

¿Droga o suciedad?

¿Qué es peor: la marihuana o la corrupción?

Nulas exigencias

Protesta.
Fotografía: Diego Peláez


Era un viejo, que se había plantado frente a la Casa de Gobierno exigiendo mayor atención para los adultos mayores, menor costo a la canasta básica y cero homicidios en su colonia.
Demandaba también, que las autoridades inventaran sin dilación la vacuna contra las gripe A(H1 - N1). Es cierto, decía, que somos un país tercermundista, pero eso no avala que los fondos no lleguen íntegros a su destino. "La corrupción es el opio de los pueblos", decía, parafreseando a Carlos Marx. "Ustedes, los políticos, no tienen derecho a robarse los dineros del pueblo, corruptos miserables."
Y había llegado más lejos en defensa de su pueblo. Se había hecho tatuar todo el cuerpo y hasta la cara, todo, por defender a los mareros, que también eran hijos de Dios y de la Patria; por lo tanto, en vez de perseguirlos, ofrézcanles educación, alimentación, trabajo y un buen salario, sinverguenzas sin oficio.
No me iré hasta que mis peticiones sean cumplidas y el propio jefe de gobierno dé la cara a mis exigencias. De no hacerlo, me quitaré la vida del modo japonés. "Señor Presidente: Tiene doce segundos para que yo pueda ver su fea cara; de no hacerlo, usted cargará con mi muerte y llevará esta pena hasta la hora de su muerte y entonces ya será demasiado tarde."
Cumplido el duodécimo segundo, las cámaras de televisión y los fotoperiodistas captaban las imágenes de un viejo que, con un puñal de veinticinco centímetros se abría el vientre. Éstos querían captar la mejor imagen en movimiento y aquéllos, el mejor ángulo (y la luz) del viejo que moría practicándose el haraquiri.
El señor Presidente escuchó todo lo que tenía que oír a través del megáfono que el viejo agarraba con pasión y después, sólo después de pronunciada la última palabra por el anciano, le dijo a su secretario: "Ve y dile que con gusto puede matarse, que ahorita estoy en pleno ejercicio de mis funciones maritales y no puedo atender a nadie. Es más, un viejo menos, es centavo adicional que guardaré en mis bolsillos."
-- Señor, ¿y todo esto le digo?
-- No, no, qué vergüenza: dile que me duele el pelo, que me excuse por favor.

lunes, 10 de agosto de 2009

Manuel

Feliz día dos amigos!!!
Fotografía: Simone Sattler


Manuel me contó que su padre se cambió de equipo: que ya no juega entre los vivos, porque se puso la camiseta de los muertos. Que su padre, antes de morir, vendió el terreno y la casa familiar. Que su familia se cansó de la monotonía del país y se fue a fabricar sueños a Estados Unidos. Que ha quedado solo, sin vínculo sanguíneo de papá y mamá, pero acompañado de la familia que él y su esposa, juntos, han creado.
Ya se rompió, con la venta del terreno y la casa paterna, el vínculo que lo unía a la parcela donde nació y ahora, los lazos sanguíneos de padre y madre han viajado lejos, a la "Fábrica de los Sueños," para tener y vivir una vida en abundancia. ¡Qué triste debe ser estar lejos de la sangre y qué alegría, vivir cerca de la nuestra!
Para Manuel López
Domingo 09/08/2009, 10:30 p.m.

domingo, 9 de agosto de 2009

Los viejos amigos se encuentran

Mi osito Kodak y el perro Hush, mis viejos amigos.
Fotografía: Salvador Bertenbreiter

Hoy por la mañana, al despertarme, tuve un sentimiento de culpa: estuve de vacaciones y no visité a mis parientas. Pude recordar con claridad los días estudiantiles del tercer ciclo de educación básica. Cómo olvidar a Carlos Tobar, a Manuel Molina, a Venancio Rodríguez, a Memo Monge, a Pablo Hernández, a Dora Alicia Hernández, a Reina Élida Hernández, a Manuel López. Memo, Pablo, Dora y Reina venían del cantón Jayuca; Carlos y los dos Manuel, del El Valle Nuevo y Venancio, de El Jiote. Manuel López y yo nos diputábamos siempre el primer lugar del curso. En sexto y séptimo grados le arrebaté literalmente el primer lugar, porque él se los llevaba toda la vida; el octavo grado si ya dediqué mis energías adolescente más a la broma que al estudio, y pude, arañando, obtener el tercer lugar. En noveno grado, ya ni se diga: ni primero ni segundo, ni tercer lugar. Todos los primeros lugares de la educación básica se los acreditó Manuel López. Era justo y necesario, era el más dedicado, y yo, ya no era ni la sombra de lo que fui.
Pues de éste último quiero hablar, de Manuel López. Tenía añales de no verle y, de repente, cuando iba para el sepermercado, de un vehículo, que a su vez fue disminuyendo la marcha hasta estacionarse unos metros más adelanre, escuché el claxon. El conductor bajó del coche y para mi sorpresa era Manuel López. Nos fundimos en un fuerte y cálido abrazo. Le comenté que iba para el supermercado y, de paso, le dije que me acompañara a un café; aceptó gustosamente. Hablamos, como era de esperarse, de nuestros tiempos de estudiante; de los compañeros que en su mayoría viven en Estados Unidos; de Reina Élida que se introdujo en el hábito de monja, pero luego al cual renunció. Nunca supo Manuel y mucho meno yo, el por qué abandonó las vestiduras de Dios. De seguro, decidió servir a Dios desde otro modo de vida, que también es válido y requiere mucho valor: el matrimonio. Pero son conjeturas, porque la verdad la sabré el día en que, primero Dios, la vuelva a ver. Ojalá y así sea y luego le comento a Manuel, si es que él no se ha encontrado con ella antes que mí.
Ha sido una tarde muy agradable en compañía de Manuel López. Nos despedimos, y tanto él como yo, esperamos un día tener mayor tiempo para conversar y recordar los tiempos idos.


Para Manuel López, que con telepatía, lo convoqué a esta reunión.

sábado, 8 de agosto de 2009

Los libros de Historia

El reverso de la Historia.
Fotografía: Ángel Pineda


Porque esa manía de perpetuarse en el poder ya no cabe en estos tiempos. Los libros de Historia ya no quieren guardar en su seno más folios malhechos escritos con golpes de estado, con sangre, con engaños, con muerte. Los libros de Historia se están volviendo mamotretos que la gente aborrece con razón: ya no debieran registrarse hechos que sólo consiguen alzar al protagonista (que es lo que quiere) en un pedestal que ni por méritos merece, muchos menos por probidad. De todas maneras, los políticos, de la Historia no aprenden nunca. Entonces, ¿de qué sirve tanto hecho anotado con sangre?
A los políticos nadie los traga (sólo sus amados discípulos), pero ni con agua, porque hieden a corrupción, a juego sucio.
El Tiempo y la Historia los juzgarán, aunque ya quizás, ni en ella caben.

jueves, 6 de agosto de 2009

La pálida luna

Luna y campanario.
Fotografía: Juan Ramón Rodríguez Sosa


Veo la palida luna alzarse sobre la torre del campanario. Sin duda, en franca competencia con la moderna estructura de Los Santos Niños Inocentes. La retina guardará con celo estas imágenes y la mano, algún día, espera copiarlas fielmente en un lienzo.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Monumento a la desgracia

Hay obras que nunca debieron ingresar a la categotría de literarias. Por su facilidad de lectura, por su nada compleja trama, porque no ofrecen un salto cualitativo (léase intelectual) en la mente del lector, por su predecible desenlace. Literatura light, que pretende ser monumento, y sin duda lo será, pero un monumento a la desgracia.

Después de la guerra, la gloria

Morrigan diosa de la guerra, la muerte y la sexualidad.
Fotografía: Cinthya De anda


Eran mis manos adolescentes las que un día, en cuerpo de mujer otoñal se quedaron mudas, y fue ella quién, precisamente me ayudara a que estas mismas manos hablaran frenéticamente con un disparo de gloria y cayera exhausto después de la guerra.

martes, 4 de agosto de 2009

Don Adrián

Friends/Amistad
Fotografía: Víctor Nuño


Don Adrián es un viejo amigo. Digo viejo, no por la edad (aunque ya tiene los años suficientes para llamarlo así, sin que mis palabras tengan un tinte peyorativo) sino porque siento como que ya lo conociera desde hace mucho tiempo. Me cuenta que vivió mucho tiempo en Estado Unidos y que luego, hará unos tres o cuatro años se regresó no sé por qué. Es bajito como un alfiler y los años ya pesan en su espalda. Se dedica a hacer moldulas, bastidores y está intentando pintar. Digo "está intentando pintar", porque al igual que a mí, nos falta mucho para que un día digamos con nuestra gran boca "pintamos." Un día el profesor GerberPolío, muy serio y en broma le dijo que ya tenía que pintar cuadros de mayor formato. Y don Adrián me comenta que va a elaborar un bastidor de mayores dimensiones para pintan aún no sabe qué, y yo le digo que está bien, que lo haga.
Don Adrían es un persona muy callada, que muy difícilmente va comentar a alguien sus cuitas y me dice que sólo conmigo habla y ha hecho amistad en el curso de Pintura. Honor que me hace don Adrián, digo.

Celebración

Celebración.
Fotografía: Memo Vásquéz


El domingo mismo fuimos con mi hermano a Míster Donut a celebrar mi cumpleaños: una taza de café con semita él y una taza de café con quesadillan yo. Más con intenciones de estrechar los lazos sanguíneos, que festejar mi natalicio creo, porque nosotros así lo hacemos y lo entendemos. La intención cuenta y el motivo o la razón para el festejo nada más es una excusa para acercarnos y conversar sobre temas de los que casi no hablamos: la familia, el trabajo, mi padre, mi madre...
Mi cumpleaños no lo celebré a lo grande. Tampoco reclamo a mis parientes el por qué se les olvidó tan importante (para mí) fecha y no me felicitó. Creo que cada uno lo celebra en su corazón y eso basta.

lunes, 3 de agosto de 2009

Una fecha que no es y un nombre que quiso y no fue

Cerveza alemana.
Fotografía: Luis Miguel López Góngora


Mi nacimiento biológico fue ayer, pero civilmente nací hoy. Y todo porque mi padre, que era (digo era, porque ahora, hombre converso tiene a Dios como Dios y el dedo índice de Éste, listo para la reprimenda) muy adicto al lúpulo y a la lija (la cerveza y el aguardiente), el dos andaba en nupcias con ésta y con aquél y pensó, que como era día laboral y no fue a la alcadía a registrame, tendría, como era lógico, de una multa por pagar; pero como siempre, para una enfermedad hay una medicina y para cada problema hay un artificio que aplicar, se dijo que al manifestar ante la funcionaria que mi nacimiento había tenido lugar el tres de agosto, Día del Comercio y asueto remunerado, no incurriría en tal pena, y así fue, porque mi nacimiento quedó registrado el tres y no el dos, como debería ser.
Otro de los aspectos (cómicos, diría yo) en torno a mi nacimiento, es que por haber nacido en una fecha cercana al día del Divino Salvador del Mundo, patrono de El Salvador, me llamarían Salvador. Ahora pienso y digo: ¡Qué feo: me llamarían Chamba! (Chamba, yo lo escribiría con uve y no con be labial, porque de este modo conserva la "v" del nombre original; además, chamba en El Salvador, también le damos el cambio semántico de trabajo, empleo.)
Bueno, en fin, no sé a quién de los dos, si a mi padre o a mi madre se le ocurrió inscribirme y luego bautizarme como Julio César, que sí es un nombre con el me siento muy a mis anchas.