martes, 22 de julio de 2008

Ley de la Compensación

Hay gente servil, que se arrastra a los pies del jefe para alcanzar cuotas de poder. Están dispuestas a convertise en cucarachas para ser pisadas por su superior o a lustrarle los zapatos con la lengua... y todo por sentirse personas de gran valía. Escupen veneno, le echan la culpa de sus propios errores a sus subaltenos; se limpian en ellos, los maldicen, los vomitan y hasta los dejan cesantes.
Más tarde la Ley de la Compensación ejerce su poder, y son ellos los maldecidos, vomitados y cesantes.

lunes, 14 de julio de 2008

Caminata*

Tratados de paz. Fotografía: Sarafaus


He caminado tormentos,

he caminado espinas,

he caminado guijarros;

pero nunca había caminado

con los zapatos puestos.


San Salvador, junio 25 de 1993



* Del poemario De La Piedad a la paz, ganador del primer lugar en el "Primer Certamen Nacional por la Paz y la Reconciliación", 1993

sábado, 12 de julio de 2008

Wall-E


Wall-E. Fotografía: Andy Castro


Hace días que Andrea María deseaba ver WALL-E. La vimos no sin mucho contratiempo. Primero nos desplazaríamos hasta La Plaza Merliot, objetivo que no logramos porque la ruta 42 nunca pasó. Me corrijo: sí pasó. No abordamos ese autobús, porque mentalmente me ubiqué en que el recorrido no lo haría directo sino internándose en una colonia periférica, lo cual dilataría el tiempo para acercarnos al centro comercial. Craso error de mi parte: la ruta que hace ese recorrido es el microbús de la 42. Cuando nos dimos cuenta ya eran las dos de la tarde, y la función, según el periódico era a esa hora, pero pasados veinte minutos.


Luego asistimos al Cinemark del La Gran Vía, a la función de las cuatro y veinte.




* * *




WALL-E es la fábula de la Humanidad, que de la Tierra ha hecho un basurero planetario, a tal punto que el hombre huye en la nave nodriza Axioma, porque ya no es posible vivir en ella. Aún, la basura ya no cabe en el planeta y la envía galaxia adentro. En la Axioma se puede ver una Humanidad decadente, regordeta, torpe de movimientos porque todo se lo dejan a las máquinas: una tecnología que ayuda, pero destruye si no es utilizada con las reglas que dicta la cordura.

viernes, 11 de julio de 2008

Condena

INRI. Fotografía: Kristine Medeiros


Sobre su espíritu pesaban las palabras hipócritas y la infamia de los Doctores de la Ley. Sobre su cuerpo la pesada cruz lo hacía trastabillar y los gritos de la chusma que pide justicia, azuzados (y engañados) por los sacerdotes lo torna más débil.

En el palo vertical del madero una inscripción, motivo de su condena: INRI.


* * *


Todo el mundo católico acepta como verdad absoluta dicha inscripción, que reza: "Jesucristo, Rey de los Judíos." ¿No querrá decir Ignis Natura Renovatur Integram?

miércoles, 9 de julio de 2008

Aventurilla (casi) olvidada

Lago Suchitlán. Fotografía: Josué Reyes


Cuando conocí Suchitoto recién había sido domeñado el monstruo de la guerra. Iba en el autobús observando el paisaje que, raudo y hermoso pasaba frente a mis ojos a través de la ventana. Vi las bombas de maicillo erectas, que menciono en mi poema "Imagen".

Fue un día en que el santoral señala la fiesta de Santa Lucía, nombre dado a la iglesia y Patrona de Suchitoto. Había sido invitado ese día de fiesta, ocasión especial para conocer la ciudad y reconocer tácitamente que era yo el novio de María Teresa. Me fui por mis propios medios, porque la familia se había ido con días de anticipación para su tierra natal. Llegué, me bajé del bus y lo primero que hice fue ir a la iglesia; después a buscar la casa familiar, pero con tan mala suerte no la encontré, y para que mi viaje no fuera estéril pregunté qué cuál era el camino que conducía al lago de Suchitlán, y un espíritu, quizás foráneo, me indicó que detrás de la iglesia. Al mandado y no al retozo, me dije. Busqué la bendita calle y nada más tuve que seguirla; encontré una bifurcación: a mi derecha, una calle empedrada que no quise tomar y en la misma dirección que traía, la calle tomaba una pequeña pendiente pasando frente a la casa de Alejandro Cotto y se perdía por un sendero rural. Consideré que era la indicada, porque el buen samaritano me dijo: "Detrás de la iglesia y luego sigue recto."

Ese camino rural era lo peor: estaba empedrado peor que una cara llena de barros y de suciedad. Camino abrupto; ni modo, fue mi decisión y tenía que enfrentar lo "bonito" del camino. Hasta abajo llegué y estando ahí, con un cuaderno que compré, escribí mi poema Imagen, para que quedara constancia de que el trece de diciembre de mil novecientos noventa y dos, día de Santa Lucía, conocí Suchitoto.

martes, 8 de julio de 2008

Imagen

Iglesia de Suchitoto. Fotografía: Celina Morales.


Otrora camino intransitable.

Flores mustias a la vera del camino.

Chupamieles en flor.

Bombas de maicillo erectas.


Estío madurando.

Pólvora apagada.

Casitas apiñadas.

Gente sencilla.

Iglesia de hinojos, en oración.



Suchitoto, diciembre 13 de 1992 (Lago Suchitlán)

lunes, 7 de julio de 2008

Después del trabajo... ¡uf!

Por la tarde... tareas. Fotografía: Grace 67


El trabajo es agotador, máxime si se expone el físico y la voz a personas que, intolerables y prepotentes quieren, tratan y pretenden intimidarnos con su verborrea inútil. ¡Ay! Gente más mentecata. Olvido los malos ratos de la oficina en casa, cuando Andrea María me recibe y me dice que algo de la tarea colegial no la pudo hacer, que prefirió esperarme. "Quiero que me expliques, porque no entiendo cómo hacerlo."
-- Sólo me tomo el café, acompañado de un pedazo de cemita.
O: "Ayúdame a hacerle marco a este trabajo."
Y con esto me olvido del despiadado trato con los humanos.

sábado, 5 de julio de 2008

Los trogloditas

Propaganda póster. Fotografía: Network Osaka


Nadie quiere volver al pasado. Los políticos tienen esa manía y a golpe de garrote (entiéndase como la propaganda en general), hacer que la gente vuelva a las oscuras cavernas del jefe de clan.

Pedagogía de la vida

Bebedor flamenco. Fotografía: Javi Indy



En alguna ocasión acompañé a mi padre a una ronda de cervezas... y todo porque él me lo pidiera. Estaba en casa de su comadre, deleitándose con las "polarizadas" en una mesa circular. Y a quemarropa me lanzó la propuesta:

-- No quieres un par de cervezas.

-- Claro -- le dije sin dimensionar lo amargo del asunto.

Tenía seis años y para no quedarle debiendo nada a la vida me tomé una por cada año cumplido.

Me sentía envalentonado, a tal punto que, a mi hermano mayor lo interrogué por quién o quiénes lo habían amenazado con darle una golpiza.



* * *



Pasados los amargos días de mi primera catación alcohólica (y que para nada me gustó), mi padre, en la calle, me señaló a un beodo que disfrutaba de su sueño en la acera:

-- Ves a Micifuz: a eso no quiero que llegues cuando seas adulto.

En ese momento no dije ni entendí nada de lo que me estaba diciendo: que el vicio del alcohol mata a sangre fría... y a pausas.


Para Miguel Ángel

El necio fumador


Fumando espero, y nunca desespero. Fotografía: Jenny G.


El galeno, con tono severo y una cara poco amigable me había dicho:

-- Si no deja de fumar, seguramente la nicotina lo hará humo a usted.

-- No importa. El humo no pesa y fácilmente llega a dónde le da la gana -- le dije con sorna. Si quiero ir a Australia, sólo tengo que hacerme humo y allá voy.

-- Bueno... contra el gusto y la gana de cada quién nada se puede hacer. O como dicen los economistas: "Los gustos y preferencias del consumidor le permiten elegir el producto que ellos desean." Así, usted decide tener una vida saludable y más larga o morir con el cigarro en la boca.

-- Sí, desde luego, es mi elección. Yo decido si tengo una vida muerta dentro de un ataúd o vivir en este mundo sin el deleite de un filtro.

-- Claro.

Nos dimos un fuerte apretón de manos, y yo estaba seguro de que jamás volvería a visitar al doctor que por años había consultado. Él también lo supo y no dijo más palabra; sólo se limitó a escribir unos garabatos en un pequeño formulario de receta.

A un año de distancia de aquella conversación, el fumador había decidido tener una vida muerta dentro de un ataúd.

viernes, 4 de julio de 2008

Los cristales rotos de papá

Palabras del corazón. Fotografía: Daniel F.


Regresaba de la oficina a las diez de la noche. Mamá le preparaba la cena con mucho esmero.

En ese momento yo jugaba con mi tractorcito plástico color verde. Recuerdo que era un tractor hecho para la agricultura, con sus enormes llantas y un tractorista que parecía ser parte de la máquina, como un hombre lo es al caballo igual que un centauro.

Mi padre disfrutaba realmente la cena conversando con mamá. Ella siempre lo esperaba para cenar juntos. Luego él se quedaba leyendo el periódico y revisando las facturas del teléfono, el agua, la energía eléctrica y otras deudas que habría que pagar. Yo me le acercaba: me ponía unos binoculares y le decía que, en la oscuridad de la noche, tras el cristal de la ventana veía a una hormiga avanzando con pedazos minúsculos de queso que llevaba a su hormiguero. Entonces él, quitándose los lentes rotos y poniéndolos sobre la mesa para calarse otros anteojos, que eran los binoculares, me contestaba que él no miraba a ninguna hormiga sino a un ejército completo y que escuchaba el ruido de sus botas. "Tal parece que van a la guerra", me decía.

Y yo saltaba de alegría: "¡Déjame ver, déjame ver!" Se los quitaba, me los ofrecía y me señalaba con su índice el lugar donde imaginariamente estaban.

El cansancio y la imaginación de papá eran como una inyección de complejo "B". Siempre tenía fuerzas y voluntad de imaginarse las cosas que no se ven, y el tiempo que sacaba no sé de qué varita mágica para dedicármelo y dormirse hasta que yo ya lo estaba.
Para Miguel Ángel


miércoles, 2 de julio de 2008

Corazón marchito, tormenta de lágrimas

Melancolía. 
Fotografía: Breixo Pazos


En la asignatura de Historia de la Literatura, el catedrático y escritor Ricardo Lindo nos dejó una tarea. Era el análisis de cualquier poesía aparecida en un pequeño libro elaborado artesanalmente en el mismo CENAR.
Por mi parte no quería hacer un análisis y me decanté por un comentario. Un comentario al poema Arieta, de Paul Verlaine (1844 - 1896), cuya traducción del francés se la debemos a nuestro propio mentor.

Arieta

Llora el corazón
Como llueve en la calle.
¿Qué es esta fatiga
Que entra en mi corazón?
Dulce ruido de lluvia
Por tierra y por los techos.
Corazón que se aburre.
¡Oye cantar la lluvia!
Cae llanto sin razón
En este corazón.
¡Qué! ¿Ninguna traición?
Es duelo sin razón.
Es bien la peor pena
El no saber por qué
Sin amor y sin odio
Mi corazón se apena.

Lo que sigue es el comentario.


"Hay seres que se hallan condenados
a saborear únicamente el veneno de las cosas,
seres para quienes toda sorpresa es dolorosa
y oda experiencia una nueva tortura."

E. M. Ciorán, En las cimas de la desesperación.

Magnífica analogía entre el corazón al que le cae una tormenta de lágrimas y una lluvia que se desboca en la calle.
¿Al autor, la lluvia le trae recuerdos no muy felices o es que su estado de ánimo se entristece sólo porque sí con los días grises? Porque la misma fatiga es un dulce ruido de lluvia/ que entra en mi corazón (si se me permite permutar el orden de los versos); y es posible y muy cierto, que un corazón con el canto de invierno se entristezca (o se aburra) y se sienta amenazado por la pena y la saudade. Pero también es posible y muy cierto, que un corazón (o un espíritu) que se empine a la reflexión se sienta turbado al saber que sin motivo (sin amor y sin odio) él se encuentre marchito.


Jueves, noviembre 25 de 2004, 7:10 a.m.

Pecado y retribución


Adán y Eva son, por antonomasia, el acta fundacional donde el término familia halló gran acogida. Pero es sabido también, que por desobedientes y mal portados fue la única familia que del Paraíso, Dios correteó.

La paga del pecado es el castigo, y el castigo nunca pide permiso para azotar nuestras vidas y hacerlas zozobrar. Caín mató a Abel, y tal vez sea este hecho la retibución al pecado.

martes, 1 de julio de 2008

¿Mentes peligrosas?


"Estoy cada vez más seguro de que el ser humano
es un animal desgraciado, abandonado en el mundo,
condenado a encontrar una manera de vivir propia,
inédita en la naturaleza."

E. M. Ciorán, En las cimas de la desesperación.




(Sín)tesis de la percepción visual Mentes peligrosas.


Desde el génesis de la película, la música de la banda sonora nos mete de cocorota en el hábitat de los inadaptados sociales (¿o seremos nosotros los incapacitados para adaptamos a su propia sociedad?), donde abundan el insulto y la falta de respeto a sus semejantes. La Secundaria Parkmont es el escenario y la maestra Johnson con sus alumnos, los protagonistas.

El aula es un caos. La maestra, después de haber traspasado el dintel de la puerta con entereza, abandona el salón de clases con la cola entre las patas. Su cabeza late la duda y las preocupaciones, pero cejar a su propósito es el término que no está escrito en su agenda personal; entonces arremete con mayor voluntad, y crea estrategias de envoltura a las cuales los jóvenes no pueden escapar.

Enseña a los alumnos, temas que, en primer momento distan de ser agradables; pero poco a poco, el contenido se torna digerible e interesante con la saludable intención de enseñarles a pensar.

Luego las riñas. Las visitas domiciliares a los padres de los alumnos expulsados por crear desórdenes. El embarazo de Collie, verbalmente proscrita por las autoridades de la Secundaria. El óbito de Emilio por mano propia y la abdicación imcumplida de la maestra Johnson.



Una fábula no confabulada


La cinta, a pesar de lo trivial y de su desmesurada liviandad tiene el mérito de desnudar, aunque sea tímidamente los problemas que a la sociedad aquejan:

1. El docente como responsable (en parte) del ausentismo escolar. En el salón de clase el maestro debe aplicarse por gestar exposiciones estimulantes, que generen interacción entre el educando-educador de tal forma que, el primero se sienta motivado y útil en la escuela. Cuando la inasistencia va al frente de la asistencia, el docente debe realizar visitas domiciliares a los alumnos y consultar con los padres, cuál es el motivo de la ausencia en el aula; del mismo modo, cuando cometen faltas, así sabrán los progenitores que al docente le interesa la presencia de su hijo en la escuela. A los alumnos con mayor grado de dificultad para asimilar los conocimientos, habrá que auxiliarlos con mayor empeño.

2. Las normas de la sociedad no deben castrar la educación del educando. El embarazo en las jovencitas no debe catapultarlas al exterior del recinto escolar, porque con esta acción se le está poniendo cerrojo al único acceso de superación. Cualquier otra "incongruencia" con las reglas dictadas por la sociedad, que pongan en peligro la "estabilidad" institucional, debe sopesarse concienzudamente antes de emitir un juicio.

3. Familias disgregadas. Los grandes tumores de la sociedad tienen su origen en la desintegración familiar. El educando que proviene de hogares disueltos, es el que más problemas lleva a la escuela, y como respuesta a esa desunión, ofrece rebeldía en grado sumo.



Para las educadoras Jackelin de Alvarado y Rosa Enma Terezón.