Amar es la vía directa de servir. Sirves a tu cónyuge porque le amas, de lo contrario no existiría amor. Amar sin servir y servir sin amar resultaría una tarea cansina, aburrida y rutinaria si no se coligan ambos elementos.
Sería insania si amaras sin pretender servir o servir sin tener la buena voluntad de amar, y justa razón tendría éste, ése o aquél individuo en llamarte miasmas del tenebroso abismo, si no cumplieras con estos mandatos.
¡Qué hermoso es amar! ¡Qué bello es servir!
¡Que el amor sea tu pedestal y el servir sea tu cruz! Con el pedestal en tu espíritu debes llevar la cruz a cuestas para tu propia crucifixión, sin importar que tus pies luzcan ensangrentados por los guijarros del sendero o a tu cabeza le puncen mil espinas venenosas o a tu corazón le hieran profundamente trece puñaladas homicidas. ¡Amar y servir es tu deber!
Sería insania si amaras sin pretender servir o servir sin tener la buena voluntad de amar, y justa razón tendría éste, ése o aquél individuo en llamarte miasmas del tenebroso abismo, si no cumplieras con estos mandatos.
¡Qué hermoso es amar! ¡Qué bello es servir!
¡Que el amor sea tu pedestal y el servir sea tu cruz! Con el pedestal en tu espíritu debes llevar la cruz a cuestas para tu propia crucifixión, sin importar que tus pies luzcan ensangrentados por los guijarros del sendero o a tu cabeza le puncen mil espinas venenosas o a tu corazón le hieran profundamente trece puñaladas homicidas. ¡Amar y servir es tu deber!
* Publicado en El Diario de Hoy, el lunes 22 de octubre de 1990
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