domingo, 6 de enero de 2008

Gitanos con lengua de fuego

Poco a poco las ventas de churros, tostadas, elotes locos, dulces, pupusas y ponche van borrándose de los alrededores de la antes llamada "Plaza de las Ciencias" y del centro de la ciudad. Lo que antes fue jolgorio a prueba de sonidos, ahora sólo queda el recuerdo y la resaca de una noche de copas.
(Al amanecer se escucha a una feriante echar toda suerte de maldiciones a un perro que deliberadamente dejó su caca caliente en el lugar menos indicado. Incluso, no le basta con que el can haya recibido toda clase de humillaciones verbales y un tremendo puntapié entre las costillas y el abdomen hasta dejarlo sin aliento, que se apresta a insultar al dueño por el descuido que ha tenido de dejarlo suelto. Y para terminar de hinchar su cólera, tal parece que le divierte putear a sus propios hijos por alguna travesura cometida. Claro, la instrucción escolar y los buenos modales no han sido el fuerte de los y las feriantes, y no se puede esperar más que un lenguaje bárbaro y cruel, como si se pronunciara por megáfono.)
Se ve a algunos dueños desclavando láminas y cuartones, y subir a los automotores de su propiedad, sillas, cocinas, neveras y peroles. Algunos de ellos son dueños también de los juegos mecánicos. Todo lo acomodan de tal modo que, el combustible sea suficiente para el número de viajes programados. Por la noche todavía trabajan desarmando las champas como si fuera el desalojo forzoso de una comunidad marginal, y por la mañana, han desaparecido.
El día de hoy, miércoles dos de enero me he levantado como a eso de las nueve, y me sorprende no encontrar a la ponchera que siempre se instala frente a la casa. María Teresa aun la ha visto salir de su covacha hecha de un plástico nigérrimo que parece ser para envoltura de cadáveres. La señora tiene una belleza nada convincente, pero la hija, de unos catorce años, sí promete para reina de las fiestas patronales del municipio de Apopa.

02/01/2008, 11:20 p.m.

No hay comentarios: