sábado, 7 de junio de 2008

Club social

Ángel caído en el retiro. Fotografía: Alvy


El club social se reúne cada siete días. El o la líder de grupo toma la Biblia, escoge una lectura al azar, la lee y luego formula al pregunta de cajón: ¿Qué le dice en esta lectura el Señor, hermano? Hacen esta pregunta como si en realidad Dios estuviera tras el fráter, diciéndole lo que tiene que comentar sobre la lectura en cuestión.
Y empieza uno por uno, ya sea por su propia voluntad o porque el o la líder le empujó hacia el camino de la oratoria. Unos trastabillan con su lenguaje y vocabulario apenas conocido; otros han sido ungidos con el don de la palabra y a raudales exprimen el texto bíblico. Esos son los buenos, y pronto se perfilan como candidatos para ocupar la silla patricia que dejará el o la líder cuando vuele hacia otros derroteros.
Algunos o algunas lloran, porque agobiados con sus problemas económicos, sociales o maritales llegan a pensar, a creer y a sentir que el texto de esa noche iba dedicado a él o a ella. Les dan consuelo y algunas veces ayuda financiera y vitualla incluidas.
En conjunto pronuncian una oración final y dicen la muletilla que sirve de colofón: "Nos hemos reunido en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén"

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