Salvador Cárcamo Rogel me invita a hacer una entrada en mi blog acerca del concepto "evangelización", para luego definirlo. Lo induce a tirarme este dardo, porque leyó el comentario que Mario Cardoza hiciera en la entrada Recuento de "Arbitrariedades" y que dice: "Aprovecho para felicitar a los chicos por el amor con el que lo hacen, únicamente movidos por el mismo deseo de evangelización".
Chamba "Pita", me lo dice con la intención de que yo reflexione y lo suba a Dudas y aciertos de un orate, porque él no está de acuerdo de cómo Mario ha podido llamarle evangelización a un Vía Crucis Viviente, cuyos yerros fueron muy evidentes. Yo le digo que sí, que eso es parte de una evangelización, de una nueva pedagogía (al menos aquí en Antiguo Cuzcatlán) de la Iglesia Católica, cuyo fin es integrar a más adeptos en sus filas. Lo que pasa, es que la Iglesia Romana hace su labor con mucha mesura a la hora de querer atraer a más ovejas a su redil. Aún así, Chamba no quedó del todo convencido.
Yo creo que mucha gente ajena al catolicismo vio esa representación con ojos de piedad y quizá, hasta muchos, hubiesen querido sumarse a la procesión, pero su postura es tan férrea, que nos les permite adentrarse y experimentar emociones nuevas, para saber si esta religión les ofrece puntos de vista novedosos y ricos en la exégesis de las Sagradas Escrituras.
-- ¿Sabe qué, Julito? Yo no estoy de acuerdo con la confesión, porque en la Biblia no menciona que debo confesarme y mucho menos, con un hombre, en cuanto que yo puedo hacerlo en silencio, teniendo a Dios por testigo.
En ese momento me quedé pensando que Juan, a lo mejor tenía razón y que quizá, los católicos no tendríamos por qué hacerlo.
-- Te recuerdas del pasaje bíblico de La última cena.-- Sí.
-- Entonces tomarás en cuenta que, cuando Jesús dijo: En verdad les digo: uno de ustedes me va a traicionar. Y cada uno, preocupado, le preguntó: ¿Seré yo, Señor? Llegando el turno de Judas, le interrogó: ¿Seré yo acaso, Maestro? El Maestro le respondió: Tú lo has dicho. Luego Jesús, dicen las Escrituras, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo compartió con todos ellos, diciendo: Tomen y coman: esto es mi cuerpo. Y después de este acto tomó la copa y les dijo: Beban de ella: esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que es derramada por muchos, para el perdón de sus pecados.Esto más me suena a confesión, que a una interrogante de Judas. Más bien creo que en ese momento, Judas le dijo a Jesús: "Tú bien sabes, Maestro, que el papel de gánster me ha caído como balde de agua fría; el libreto del Padre me ha señalado a mí como el malo de esta obra que no va conmigo. Para mí esta infame actuación, es una camisa de fuerza que, obligadamente debo hacerla bien, creíble, que no quede ningún resquicio, ninguna duda de mi maldad, para que, el día de mañana, de esta terrible actuación, no vaya a decirse que era una confabulación entre el Padre; tú, Maestro y yo. Yo seré el que te entregue, y me duele mucho el alma hacerlo, pero una misión se hace bien o no se hace. No, no me miren así compañeros, porque con la voluntad del Padre no se juega". Y diciendo esto último se echó a llorar en los brazos de su Maestro.
Así me figuro que fue el ágape, que fue para Jesús su última cena.
-- Viéndolo así, tiene lógica que existe la confesión desde los primeros años del cristianismo y tiene validez lo que hasta el momento hace la Iglesia Católica.
Chamba "Pita", me lo dice con la intención de que yo reflexione y lo suba a Dudas y aciertos de un orate, porque él no está de acuerdo de cómo Mario ha podido llamarle evangelización a un Vía Crucis Viviente, cuyos yerros fueron muy evidentes. Yo le digo que sí, que eso es parte de una evangelización, de una nueva pedagogía (al menos aquí en Antiguo Cuzcatlán) de la Iglesia Católica, cuyo fin es integrar a más adeptos en sus filas. Lo que pasa, es que la Iglesia Romana hace su labor con mucha mesura a la hora de querer atraer a más ovejas a su redil. Aún así, Chamba no quedó del todo convencido.
Yo creo que mucha gente ajena al catolicismo vio esa representación con ojos de piedad y quizá, hasta muchos, hubiesen querido sumarse a la procesión, pero su postura es tan férrea, que nos les permite adentrarse y experimentar emociones nuevas, para saber si esta religión les ofrece puntos de vista novedosos y ricos en la exégesis de las Sagradas Escrituras.
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Hace algunos días le pregunté a Juan Gabriel si no se sentía incómodo dentro de una iglesia católica y con el agravante de escuchar una misa. La pregunta vino a colación porque él es un cristiano evangélico y su novia, cristiana católica. Me respondió que en las primeras dos ocasiones sí, porque él no está acostumbrado a ver tanto santo de bulto o cuadros de vírgenes en las paredes, y eso, realmente, lo desconcentraba a la hora de querer poner atención en la Palabra que explicaba el sacerdote.-- ¿Sabe qué, Julito? Yo no estoy de acuerdo con la confesión, porque en la Biblia no menciona que debo confesarme y mucho menos, con un hombre, en cuanto que yo puedo hacerlo en silencio, teniendo a Dios por testigo.
En ese momento me quedé pensando que Juan, a lo mejor tenía razón y que quizá, los católicos no tendríamos por qué hacerlo.
-- Te recuerdas del pasaje bíblico de La última cena.-- Sí.
-- Entonces tomarás en cuenta que, cuando Jesús dijo: En verdad les digo: uno de ustedes me va a traicionar. Y cada uno, preocupado, le preguntó: ¿Seré yo, Señor? Llegando el turno de Judas, le interrogó: ¿Seré yo acaso, Maestro? El Maestro le respondió: Tú lo has dicho. Luego Jesús, dicen las Escrituras, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo compartió con todos ellos, diciendo: Tomen y coman: esto es mi cuerpo. Y después de este acto tomó la copa y les dijo: Beban de ella: esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que es derramada por muchos, para el perdón de sus pecados.Esto más me suena a confesión, que a una interrogante de Judas. Más bien creo que en ese momento, Judas le dijo a Jesús: "Tú bien sabes, Maestro, que el papel de gánster me ha caído como balde de agua fría; el libreto del Padre me ha señalado a mí como el malo de esta obra que no va conmigo. Para mí esta infame actuación, es una camisa de fuerza que, obligadamente debo hacerla bien, creíble, que no quede ningún resquicio, ninguna duda de mi maldad, para que, el día de mañana, de esta terrible actuación, no vaya a decirse que era una confabulación entre el Padre; tú, Maestro y yo. Yo seré el que te entregue, y me duele mucho el alma hacerlo, pero una misión se hace bien o no se hace. No, no me miren así compañeros, porque con la voluntad del Padre no se juega". Y diciendo esto último se echó a llorar en los brazos de su Maestro.
Así me figuro que fue el ágape, que fue para Jesús su última cena.
-- Viéndolo así, tiene lógica que existe la confesión desde los primeros años del cristianismo y tiene validez lo que hasta el momento hace la Iglesia Católica.
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Luego me quedo pensando, que quizá, en ese momento, el término confesión aún no hubiese sido acuñado o que la confesión, como tal, no existía. Quizá ni siquiera se llamara así, pero a la luz de lo que desde hace muchos años y hasta ahora practica la Iglesia, me vino a la mente el pasaje de La última cena, que es donde realmente se tomó el pan (la hostia, el Cuerpo de Cristo) y el vino (la sangre de Jesús, llevándolo con antelación a su propio sacrificio) ...Pero de esto, nada le digo a Juan.