Con el Domingo de Ramos ha dado inicio la Semana Santa. Salimos desde el triángulo, ubicado en la calle que da acceso a Cumbres de Cuscatlán. Adelante, un monaguillo alza la cruz y dos columnas homónimas le siguen; dos columnas de apóstoles, el sacerdote, Jesús en andas y al final la felifgresía, componen la procesión (casi estoy seguro, que ese fue el orden de la procesión). Antes de iniciar la procesión, el párroco nos ha bañado con agua bendita.
Luego tomamos la Calle Cuscatlán Oriente hasta fundirnos con la Calle Cuscatlán Poniente. Durante la procesión, los feligreses entonan cantos y mueven sus palmas. Una voz ampliada por el megáfono dice que agradezcamos a Jesús, porque Él entregó su vida por nosotros, para limpiarnos del pecado, y le dice a la persona que lleva el micrófono, a manera de reprensión, que avive la procesión, que va muy apagada (no sé por qué, en ese instante, a mi cabeza llegó la escena de cuando los sacerdotes azuzaron a la chusma, para que gritaran por la liberación de Barrabás). Y empiezan a entonar con mayor fuerza los cantos de la Iglesia. Pasamos al lado de la parroquia y nos introdujimos al parque, donde ya había toldos, sillas y un altar arreglado para la ocasión. Antes de la misa, todo el mundo (menos yo), bueno casi todo el mundo, entonaba aquel cántico de Poderoso es nuestro Dios, poderoso es nuestro Dios, y se movían como palmeras balanceadas por el viento, y yo me decía para mis adentros: ¿Y qué me habré equivocado de iglesia? Es que eso sólo se ve en las cristianas evangélicas. ¿Será que ya le copiaron a éstas? Seguramente, pero qué mal, no.
El Evangelio comenzó con Jesús orando en el huerto y termino con el entierro de Nuestro Señor. Un solo repaso para todo lo que se vivirá en esta Semana Santa.
El Evangelio comenzó con Jesús orando en el huerto y termino con el entierro de Nuestro Señor. Un solo repaso para todo lo que se vivirá en esta Semana Santa.
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