Fotografía: María Micoletán
Ciertamente en los comentarios de los blogs, algunas veces, hay reclamos gratuitos (y hasta ofensivos) por el uso de fotografías. Esto me pasó en la crónica titulada Miércoles de confesiones, escrita y publicada el ocho de abril de este año.
Fue Rodolfo Angulo, autor de la fotografía "Confesiones", quién me hiciera un reclamo bastante subido de tono. Dice entre otras cosas, que por qué tomé su fotografía sin permiso y que de dónde la usurpé. En primer lugar, Rodolfo, si revisamos la definición que ofrece el Dicionario de de la Lengua Española, inferimos que no he cometido usurpación como tú a voz en cuello casi lo gritas. Es muy grave tu afirmación y hasta ofensiva, ¿no te parece? Y realmente no comprendo el por qué de tu molestia, pero para quitarte un poco la niebla que te ofusca el entendimiento, con una analogía, trataré de explicarte el segundo caso: Si cualquier persona, puedes ser tú, puedo ser yo, está redactando su tesis de grado nunca terminaría de presentarla al jurado, mucho menos la defendería, porque tardaría años y años en solicitar el permiso o autorización de los autores y títulos de textos que cita en su extensa bibliografía. ¿No te parece engorroso e ilógico hacer esto, si basta con sólo citar al autor, la fuente y otros pormenores, Rodolfo?
Transcribo las dos acepciones sobre el verbo usurpar, que el Diccionario de la Lengua Española define: "1. tr. Apoderarse de una propiedad o de un derecho que legítimamente pertenece a otro, por lo general con violencia." Y "2. tr. Arrogarse la dignidad, empleo u oficio de otro, y usarlos como si fueran propios." Sólamente haz click en el ícono del disquete de tu memoria y procura que no se borre a voluntad.
Como puedes apreciar no me he apropiado de algo que no es mío y tampoco lo he hecho con violencia. He escrito tu nombre y el título de tu obra al pie de la fotografía y su intención no ha sido con fines comerciales. Así que, ni siquiera el derecho te asiste para decir que usurpé tu trabajo.
Créeme que no pensaba contestarte; más bien me guié por aquello del refrán: "A palabras necias, oídos sordos." Y con eso me bastaba; pero sin tan ofendido te sientes, borra tú el comentario y yo elimino tu fotografía. Y quedamos a mano, como si nada pasó.
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