jueves, 30 de septiembre de 2010

Citando a Francisco Umbral

La muerta.
Fotografía: Alejandra Vacuii

La capilla ardiente estaba en el comedor, del que habían sacado la mesa, y la muerta, muy puesta de velos y joyas, tenía una dignidad de infanta doncellona que no había tenido en vida, pues ya decían los clásicos que la muerte a todos iguala, y así como el muerto ilustre suele perder el gesto y ponerse feo, el muerto plebeyo (artesano, por usar la tan querida palabra de mi abuela) aprende con la muerte a hacer el gesto de la suprema dignidad, el que nunca habría sabido hacer de vivo.
Las ninfas, RBA Editores, S.A., España, 1993, p. 210

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