Calló el silencio y quiso acompañarme la soledad. Pero ahí estabas tú, y tus palabras fueron como un bálsamo en las heridas que me dejó un amor ya distante.
Ese texto que no vi, pero que escuché y ese aliento tuyo, muy tuyo impulsaron a mi barca a puerto seguro.
El naufragio que quiso y no pudo ser quedó atrás. Y si ese aliento es tuyo, muy tuyo, tú eres mía, muy mía.
Ese texto que no vi, pero que escuché y ese aliento tuyo, muy tuyo impulsaron a mi barca a puerto seguro.
El naufragio que quiso y no pudo ser quedó atrás. Y si ese aliento es tuyo, muy tuyo, tú eres mía, muy mía.
Miércoles 10 de octubre de 2009, 7:34 p.m.
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