Hay dos estados mentales que quisiera mencionar: la pereza, que también es un pecado y la voluntad. La pereza pone trampas a nuestras aspiraciones y debilita el espíritu. Por el contrario, con la voluntad, que llena de optimismo nuestro corazón nos hace pisar los montes de la gloria.
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Admirable es aquél hombre o mujer que pisa los linderos del triunfo y de la libertad. Sólo él o ella, contemplando las hondonadas de donde vino, sabe que el optimismo, la humildad y la voluntad le ayudaron a cumplir sus metas.
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Sólo la voluntad nos ayuda a cruzar los caminos del amor, del sacrificio y del dolor. Si no, ¿cómo es que Cristo soportó la crucifixión? Porque la Voluntad del Padre y la de Él eran una sola, que contribuyó para las Escrituras se cumpliesen.
Para la profesora Sandra Molina
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