En juveniles días a la mañana sentía regocijo,
por la tarde lloraba, y ahora, cuando más viejo soy,
dudando empiezo el día, aunque no obstante,
apacible y sagrado es para mí su fin.
F. Holderlin, Poemas, Colección Visor de Poesía, p. 27, quinta edición 2005, España
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