¿Será miopía intelectual que los ediles y las edilas no vean más allá de sus narices y concluyan (o tácitamente le den a entender a la sociedad) que un festival gastronómico, una feria de plantas o un festival de bandas de guerra constituya todo lo que llamamos cultura? ¿O será que a ellos y ellas sólo ese hecho les conviene, porque es más visible y les satisface alguna apetencia narcisista? No quisiera pensar esto, pero no me queda más remedio que hacerlo ante la cruel realidad. Claro, hay algunas autoridades, que son la excepción, pero son contados con los dedos de las manos. Ni licuando a todas estas personas (exceptuando a todos los exceptuados) lograremos sacar un buen jugo.
Que alce la mano aquél que nunca ha dudado. Si hasta el mismo Jesucristo en el momento supremo de su propia agonía lo hizo. A mí las dudas me sirven para reflexionar y encontrar alguna posible verdad. En más de alguna vez (creo) logro acertar.
viernes, 11 de diciembre de 2009
martes, 8 de diciembre de 2009
Citando a David Escobar Galindo
Mientras repaso
las páginas escritas,
me observa, atento,
el Ángel de la Guarda
de la página en blanco.
las páginas escritas,
me observa, atento,
el Ángel de la Guarda
de la página en blanco.
Trasluz (tankas virtuales), Ediciones Thau, Colección Toda la Poesía, primera edición 2006, San Salvador.
lunes, 7 de diciembre de 2009
Manuel (III)
Hoy disfruté de la grata compañía de Manuel. Estaba en casa, y el timbre del celular* me dijo que alguien estaba en la línea. La pantallita, por el contrario, no dio señales de identificación, porque aún no tenía registrado con nombre y apellido el número en cuestión.
(Andrea me dijo, que antes de mi llegada había timbrado, pero que por eso de las extorsiones se había negado a contestar.)
Acordamos tomar un café. Llegó a recogerme. En el camino decidimos qué ruta tomar. El punto era buscar un lugar, entre Jardines de Guadalupe y La Sultana. Vimos La Cantata del Café, y ahí nos estacionamos. Manuel se tomó dos americanos y yo, dos café con leche.
La tertulia estuvo amena. Hablamos de nuestros días de adolescencia en la escuela, de las chicas que en ese momento nos gustaban. Entre ellas salió a colación, Gloria Francisca, una niña pecosita, tez blanca y cabello quebrado, muy linda, por cierto. Hablamos de Isabel, que vivía en El Valle Nuevo, e incluso, de los días blancos y de novias, ahora lejanas.
Por eso y por la agradable compañía, fue una velada estupenda.
Saludos, Manuel.
(Andrea me dijo, que antes de mi llegada había timbrado, pero que por eso de las extorsiones se había negado a contestar.)
Acordamos tomar un café. Llegó a recogerme. En el camino decidimos qué ruta tomar. El punto era buscar un lugar, entre Jardines de Guadalupe y La Sultana. Vimos La Cantata del Café, y ahí nos estacionamos. Manuel se tomó dos americanos y yo, dos café con leche.
La tertulia estuvo amena. Hablamos de nuestros días de adolescencia en la escuela, de las chicas que en ese momento nos gustaban. Entre ellas salió a colación, Gloria Francisca, una niña pecosita, tez blanca y cabello quebrado, muy linda, por cierto. Hablamos de Isabel, que vivía en El Valle Nuevo, e incluso, de los días blancos y de novias, ahora lejanas.
Por eso y por la agradable compañía, fue una velada estupenda.
Saludos, Manuel.
* Ya registré tu número en el celular.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)