lunes, 9 de noviembre de 2009

Las campanas de la discordia

Campana gorda de la Torre de la Catedral. Toledo, España.
Fotografía: Eduardo Sánchez Butragueño

Eran los años en que la caña de azúcar, el maíz y el cafeto tenían presencia en Antiguo Cuzcatlán. También eran los años en que la gente de otros tiempos venía a escoger el racimo de café, los rojizos granos que generaban su pan de cada día.
Bajo la ceiba veo en mi magín, congrergarse, después de la jornada, a campesinos que cuentan sus cuitas al compañero de surco o de algún espanto que vieron en el ojo de agua cuando llenaba su tecomate. Me imagino verlos con su sombrero, su machete, su pantalón pepeshtiado y su camisa saturada de transpiración.
Eran tiempos en que la iglesia-capilla construida de adobe y zinc, rezaba las jaculatorias al santo de su devoción y Los Inocentes eran inocentes (y aún lo son) de las fiesta en su honor.
Llegó el momento en que la iglesia-capilla tuvo que tumbarse y en su lugar construir una de ladrillo, hierro, grava y cemento. El grave problema era dónde resguardar la campana, mientras al edificio de la fe terminaban por colocarle la última teja. Resulta que, las autoridades eclesiásticas dictaron que debía estar, transitoriamente, en la Basílica el Sagrado Corazón... y des de allá, ya no volvió para conocer su nueva casa.
La actual inquilina, dice don Magno Garay, fue donada por Luis XV*, rey de Francia y de Navarra, y don Wenceslao Montoya** comenta que la donó un rey de España, cuyo nombre perdió vigencia en los sagrados recintos de su memoria.
Don Wesceslao dice que hasta reclamos de parte de nuestra iglesia hubo con la intención de recuperar las antiguas campanas, pero tales reclamos no fructificaron en nada y las que ahora doblan o repican no son las que deberían tañer.
Habría que, con mayor tiempo e investigación, rescatar y difundir lo que hasta por ahora sólo es privilegio de gente que vivió esos momentos y que guarda retazos de historias y del tiempo en su memoria. Sería bueno escuchar la versión de la misma historia, contada por distintas personas y de entre ellas plantear una hipótesis y ofrecer una conclusión... para la buena salud histórica de nuestra gente.

* Bastante improbable si tomamos en cuenta que Luis XV reinó entre 1715 y 1774.
** Bastaría con investigar quién o cuál rey de España donó la campana, o si por el contrario, fue otra persona la donante.

1 comentario:

Unknown dijo...

Mi muy estimado Amigo,he leído con mucha atención y concentración y he comparado los dos escritos, uno títulado "las campanas de la discordia" y el otro con el título de "Campana de nuestra parroquia",escritos bajo tu pluma y bien podría asegurar que se trata de la misma historia, sin embargo hay frases que no aparecen en el primer escrito antes mencionado y sí en el segundo como por ejemplo:en la CAMPANA DE NUESTRA PARROQUIA, parrafo segundo se lee "bajo la ceiba centenaria veo"....la palabra centenaria NO APARECE en "las campanas de la discordia".conociendo esa tu mente brillante y tu pensamiento fino, puedo terminar diciendo, he disfrutado de esta historia,es muy buena,pero no podemos permitir que desfiguren nuestros escritos, porque se le pierde el espíritu con el cual le hemos dado vida....con muchos respetos, tu amigo..