sábado, 29 de noviembre de 2008

El Diablo se llevó al diablo

El Diablo. Fotografía: Josué Cortez


El Diablo hasta en los asuntos de Dios anda de meque. Cuando Antiguo Cuzcatlán era un pueblo o una villa, la periferia de San Salvador o de Santa Tecla; cuando las correntadas de invierno bajaban raudas sobre la que hoy es la 3ª Avenida Norte "Cesarita Esparza", cada veintisiete de diciembre aparecía un diablo, sí, un diablo. Era un señor bajito, vestido de rojo, con la cara completamente negra, cuernos afilados y una cola excesivamente larga con la que, a modo de fusta, azotaba a los pecadores, cual Talcigüines de Texistepeque.
Su traje rojo promocionaba la marca Tick Tack (¡Qué rico es Tick Tack con frijolitos, aguacate, queso, crema o camarón...! ¡Qué rico es Tick Tack, qué sabroso su sabor, Tick Tack es el mejor licor nacional de El Salvador!)*; acompañaba a la procesión que encabezaba Santa Juana y le seguían los Santos Inocentes. Durante el recorrido iba escarmentando a los distraídos, y a las mujeres, pícara e inversamente, les columpiaba las cejas.
Muchos recordarán (en su momento con rabia, ahora con alegría) el coletazo impertinente aplicado como chile en una llaga (mas ahora lo recuerdan como un ungüento sobre su piel), y hasta es posible que le hayan dejado ir una ristra de palabras soeces queriendo matarlo.
Pregunté a don Magno y a mi tío Miguel sobre si su visita era en cumplimiento a una promesa hecha a los Santos Inocentes, y ambos me lo afirmaron, pero nada me opinaron del milagro concedido. Qué cuál era su nombre, ninguno supo darme referencia. Qué de dónde procedía, mi tío no me dio una respuesta precisa; mas don Magno me aseguró que venía de Ciudad Delgado.
Eliseo dice que murió aquí, don Magno dice que no. Habría que reconstruir la vida y la muerte de este pobre diablo (si alguien sabe más pormenores, será un placer escucharle), que deambuló por nuestras calles y que azotó a medio mundo, como medio mundo también, hubiese querido flagelarlo o lapidarlo como a un sapo.
Un día el Diablo tentó al diablo y lo hizo naufragar en un mar etílico. ¡Qué ironía! El Diablo se llevó al diablo.
* Son fragmentos de la canción que se escuchaba por la radio. Mencionaba el puerto de Acajutla, la playa del Majagual y otras que con el tiempo he olvidado. Digo fragmentos, porque no recuerdo cómo unir el puerto de Acajutla y el Majagual.
Antiguo Cuzcatlán, noviembre 10 de 2008

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