Hace varios días ya, que a Jesús, una profunda tristeza lo mantiene cabizbajo. Quiere liberarse de ella, pero no puede. ¡Valor aparte! Sólo le pide al Padre que, de ser posible, no le permita escanciar ese cáliz amargo; mas, humildemente,como buen Hijo, acepta que prevalezca la voluntad del Padre y no la del Hijo.
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