Olor a muerte en el pueblo.
Fotografía: Jorge Romen
La Navidad ya pasó, y el año nuevo abre sus fauces para devorarnos. ¿Quién sabe que nos depare este feliz año nuevo? De seguro algún terremoto (esta misma noche ya nos lo hizo saber un temblor de 5.30 grados en la escala de Richter, que ha movido los frágiles cimientos de El Salvador y no deja ninguna duda sobre qué suelo estamos parados). El coletazo de un huracán que con su furia toque la campiña y se pierdan cosechas, y que las serpientes de asfalto sean acueductos que depositen repuntas en ríos malolientes y arrastren autobuses, personas, basuras... O el frío nos haga temblar como esquimales.
Lunes 03 de enero de 2011, 10: 21 p.m.
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