Los hechos (sumariamente)
1810. Los principales criollos de San Salvador ya resentían las políticas económicas que, desde España eran aplicadas a las colonias americanas: incremento en los impuestos de alcabala, al aguardiente y al tabaco. Era lógico pensar y de justicia alentar "las discordias entre peninsulares y americanos".1
Es a finales de octubre de 1811 que llega a San Salvador la noticia de que el presbítero Manuel Aguilar ha sido arrestado en Guatemala, cuyas causas de detención se debía a sus ideas sediciosas y el contacto que tenía con cabecillas del Reino.
Es un ambiente de tensión y de malestar general que circula en San Salvador. Como llama que devora el pasto corrió el rumor de que el vicario de San Salvador, presbítero José Matías Delgado, sería asesinado. Por tanto, el pueblo se reunió donde el padre Delgado para turnarse en grupos y así asegurar su protección.
Tal parece que este fue un invento de los criollos para soliviantar a las clases inferiores y crear una verdadera animadversión contra los peninsulares, porque el religioso falleció el 12 de noviembre de 1832.
Luego el pueblo, junto con Bernardo Arce, padre de Manuel José Arce (el primero, alcalde y el segundo, diputado), la noche de lunes 4 de noviembre se dirigen a la intendencia para solicitar la liberación del presbítero Manuel Aguilar y también con la intención de anular la solicitud que desde Guatemala se le ha girado al padre Nicolás Aguilar para que comparezca con las autoridades eclesiásticas correspondientes de ese país. El intendente, Antonio Gutiérrez y Ulloa, después de tanto discutir con Manuel José Arce sobre el asunto en cuestión, manifiesta: "...que nada podía hacer porque el asunto no era de su incumbencia, sino que lo era del propio Arzobispo de Guatemala".2
Los Arce y el pueblo ante tal respuesta, indignados y haciendo rabietas, se retiraron de allí.
"Era el martes el día de reunión del Cabildo. Creyendo que allí se podría solucionar el motín, el Intendente ordenó mandar tocar las campana del cabildo".3 Cometía el intendente un grave error, pues al tener a toda esa gente ahí reunida quedaría sometido a la presión y a la voluntad del pueblo. El intendente, las autoridades y peninsulares no tuvieron más opción que aceptar las demandas del pueblo y la exigencia de que no se les quitara la vida y conservar la posesión de sus haciendas.
En seguida se ofició un tedeum en la iglesia parroquial porque no hubo derramamiento de sangre y a la vez, pidieron a Dios que iluminara a todos.
El yerro (es necesario aclararlo)
Lo que se le ha dado por llamar el Primer Grito de Independencia por los hechos ocurridos el 5 de noviembre de 1811 y que se dice o mantiene en su acervo la población, que fue el padre José Matías Delgado el que tocó a rebato las campanas de la iglesia La Merced, no fue tal como lo conserva nuestro magín y todo se debe a que, en la celebración del primer centenario, el doctor Víctor Jerez, en su discurso, muy animado, manifiesta: "Toma en dirección al oriente, cruza al sur y llega al atrio de la iglesia de La Merced; asciende nerviosamente al campanario y llega al rellano, ase las cuerdas de las campanas, las agita con energía y sus alegres sones se difunden en el espacio".4
Pero antes, el doctor Víctor Jerez, concienzudamente, aclara: "El criterio histórico señala al doctor Delgado como el promotor de esa magna transformación social: y ya que nuestros archivos aún no se han registrado del todo, para estudiar tan notables sucesos, hemos de recurrir a varios datos que conserva la tradición".5
Conclusión.
El Primer Grito de Independencia es una metáfora de la insurrección que culmina con la independencia el 15 de septiembre de 1821, porque quizá, por primera vez, el pueblo manifiesta su inconformidad con la monarquía española y demanda que las injusticias sean anuladas, consiguiendo tal pronunciamiento. Además, el tal grito de independencia no se da ni el toque de las campanas por mano del padre Delgado, sino más bien es una reunión de cabildo a la que convoca el intendente Antonio Gutiérrez y Ulloa.
1. Carlos Meléndez Chaverri, José Matías Delgado, prócer centroamericano, p. 121, segunda edición, Dirección de Publicaciones e Impresos, San salvador, 2000.
2. Op. cit., p. 137
3. Op. cit., p. 140
4. Op. cit., p. 146
5. Op. cit., p. 145